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Parte
del secreto es revelado
15 años
después de las apariciones en Fátima, la autoridad eclesiástica
consideró llegado el
momento
de volver público, al menos gran parte del secreto para el bien de las
almas, y ordenó a Lucía que escribiera “cuanto antes lo que podía ser
conocido”.
La Hermana
Lucía, por obediencia escribió: “El secreto consta de tres cosas
distintas” pero unidas íntimamente; dos voy a revelar, dejando la
tercera en secreto.
“La primera
fue la vista del infierno” (julio de 1917):
“ Nuestra
Señora dijo que era necesario que rezáramos el Rosario para alcanzar las
gracias necesarias durante el año, y continuó: “Sacrifíquense por los
pecadores y en reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado
Corazón de María, al decir estas últimas palabras, abrió de nuevo las
manos, como en los dos meses pasados, el reflejo pareció penetrar en la
tierra y vimos un mar de fuego, abrasados en ese fuego los demonios y
las almas, como si fueran brasas transparentes y negras, como bronceadas
y con forma humana (debió ser, al encontrarme con esta vista, que di ese
Ay que dicen haber oído)”.
Marto, el
papá de Jacinta, afirmaba el autor de este opúsculo, que también su hija
soltó un grito y se volvió blanca como un cadáver, de tal modo que él se
quejó en voz alta: ¡Mi hija se muere, mi hija se muere!”.
“Esta vista
fue sólo un momento, -escribe Lucía- y las gracias de nuestra buena
Madre del Cielo, que antes nos había prevenido con la promesa de
llevarnos para el Cielo (en la primera aparición) si no fuera así, creo
que habíamos muerto del susto”.
“La segunda
cosa se refiere a la devoción al Inmaculado Corazón de María:
”La vidente
continúa: ” levantamos la vista hacia Nuestra Señora, que nos dice, con
bondad y tristeza: “Vieron al infierno, para donde van las almas de los
pobres pecadores, para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la
devoción a mi Inmaculado Corazón; si hacen lo que yo les digo, se
salvarán muchas almas y vendrá la paz. La guerra (1914-1918) va a
acabar, pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI
comenzará otra peor, cuando vean una noche iluminada por una luz
desconocida, sepan que es la gran señal que Dios da de que va a castigar
al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de las
persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirlo, vine a
pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión
reparadora de los primeros sábados, si atienden mis pedidos, Rusia se
convertirá y habrá paz, si no, se desparramarán sus errores por el
mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia, los buenos
serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho y varias
naciones serán aniquiladas... “.
Consagración de Rusia
La Hermana
Lucía escribe:
“Fue en
esta época que Nuestra Señora me avisó que llegaba el momento en que
quería que la Santa Iglesia Participara en su deseo de la consagración
de Rusia y su promesa de conversión.
La
comunicación fue así: “13-16-1929, había pedido permiso a mis Superioras
y al Confesor de hacer la Hora Santa de las 11 a la media noche, del
jueves al viernes, estaba una anoche sola, la única luz era la de una
lámpara, de repente, se iluminó toda la capilla con una luz
sobrenatural, después Nuestra Señora me dice: Llegó el momento en que
Dios le pide al Santo Padre, que en unión de todos los Obispos del
mundo, haga la Consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón,
prometiendo salvarla por este medio”
Di cuenta
de esto a mi confesor que me mandó escribir lo que Nuestra Señora quería
que se hiciera, pero por medio de una comunicación íntima, Nuestra
Señora me dice, quejándose:
“No quieren
atender a mi pedido, como el rey de Francia, se arrepintió y habló, pero
fue tarde, Rusia va a extender sus errores por el mundo, provocando
guerras y persecuciones a la Iglesia: el Santo Padre va a sufrir mucho”.
El Obispo
de Leiria-Fátima, D. José Correia da Silva, solamente en 1937 escribió a
Pío XI:
“Existe en
esta diócesis el santuario de Nuestra Señora de Fátima, que es el mayor
centro de piedad en Portugal y cuya devoción está en muchas naciones.
Las recomendaciones hechas por la Santísima Virgen en 1917, son la
devoción del Santo Rosario, la aversión a la lujuria y la invitación a
hacer penitencia, también Nuestra Señora prepara para la lucha contra el
comunismo, del que ha sido preservado Portugal, a pesar de su cercanía
con España. Los Obispos Portugueses prometimos el año pasado, después
del retiro que hicimos en este santuario, promover una gran
peregrinación nacional, si a nuestro país no lo invade la terrible
calamidad del comunismo, pero gracias a la Santísima Virgen hemos estado
en paz.
“De los
tres niños a los que Nuestra Señora se apareció, fallecieron dos y la
sobreviviente es religiosa en el Instituto de Santa Dorotea en España.
Esta religiosa me pide comunicarle a Vuestra Santidad, que según una
revelación celeste el Buen Dios promete terminar la persecución en Rusia
si Vuestra Santidad se digna hacer y mandar que lo hagan igualmente los
Obispos del mundo católico, en solemne Acto público de Reparación y
Consagración de Rusia a los Santísimos Corazones de Jesús y María, y
aprobar y recomendar la práctica de la devoción reparadora, que consiste
en 5 primeros sábados de mes, recibir la Sagrada Comunión, rezar el
Santo Rosario, hacer 15 minutos de compañía a Nuestra Señora, meditando
los misterios del Rosario”.
La hermana
Lucía, a su vez, el 2 de diciembre de 1940 le escribió a Pío XII:
“Soy la
única sobreviviente de los niños, a quienes Nuestra Señora se dignó
aparecer en Fátima (Portugal), los días 13 de mayo hasta octubre de
1917...
“Santísimo
Padre, vengo a renovar un pedido que ya ha sido llevado varias veces a
Su Santidad. Santísimo Padre, el pedido es de Nuestro Señor y de nuestra
buena Madre del Cielo, en 1917, en la parte de las apariciones que hemos
designado el “secreto”, la Santísima Virgen nos reveló el final de la
guerra, que entonces afligía a Europa y anunció otra futura guerra,
diciendo que, para impedirla pediría la consagración de Rusia a Su
Inmaculado Corazón y la comunión reparadora los primeros sábados.
Prometió,
si atendían sus pedidos, la conversión de esa nación y la paz, de lo
contrario, anunció la propagación de sus errores por el mundo, guerras y
persecuciones a la Santa Iglesia, el martirio de muchos cristianos,
persecuciones y sufrimientos reservados a Vuestra Santidad y el
aniquilamiento de varias naciones.
“Santísimo
Padre, hasta 1926 quedó esto en silencio, según la orden expresada por
Nuestra Señora, pero después de una revelación, me pidió se propagara en
el mundo la comunión reparadora los primeros sábado de cinco meses
seguidos, confesándose, teniendo un cuarto de hora de meditación de los
misterios del Rosario, rezándolo para reparar los ultrajes, sacrilegios
e indiferencias cometidos contra Su Inmaculado Corazón. Las personas que
practicaran esta devoción, nuestra buena Madre del Cielo les promete
asistirlos en la hora de la muerte, con todas las gracias necesarias
para que se salven.
“Expuse el
pedido de Nuestra Señora a mi Confesor que empleó algunos medios para
que se realizara, pero sólo el 13 de septiembre de 1939, el Obispo de
Leiria se dignó, en Fátima, publicar este pedido de Nuestra Señora.
Santísimo
Padre, aprovecho este momento para pedir a Vuestra Santidad se digne
extender y bendecir esta devoción a todo el mundo.
“En 1929,
Nuestra Señora, por medio de otra aparición, pidió la consagración de
Rusia a su Inmaculado Corazón, prometiendo por este medio, impedir la
propagación de sus errores y su conversión.
“En varias
comunicaciones íntimas, Nuestro Señor insiste en este pedido,
prometiendo, si Vuestra Santidad se digna hacer la consagración del
mundo al Inmaculado Corazón de María, con mención especial por Rusia y
ordenar que en unión con Vuestra Santidad, lo hagan también todos los
Obispos del mundo, lo que abreviará los días de tribulación, que ha
determinado castigar las naciones por sus crímenes, por medio de la
guerra, del hambre y de persecuciones a la Santa Iglesia y a Vuestra
Santidad.
“Permítame
hacerle otro pedido, que es un deseo ardiente de mi pobre corazón: Que
la fiesta en honor del Inmaculado Corazón de María se extienda a todo el
mundo, como una de las fiestas principales en la Santa Iglesia”.
De este
documento se deduce:
— Nuestra
Señora, en Fátima en 1917, prometió que volvería a pedir, en previsión
de una nueva guerra, la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón;
En 1929,
Nuestra Señora, según su promesa, volvió a pedir la consagración que
habría impedido que Rusia propagara sus errores en el mundo;
— En 1937,
el Obispo de Leiria (Fátima) envió a Pío XI el pedido para esta
consagración;
— El 13 de
septiembre de 1939, el Obispo de Fátima hizo del dominio público este
deseo de Nuestra Señora y anunció la práctica de los primeros sábados;
— Solamente
hasta 1940, la Hermana Lucía renovó al Santo Padre el pedido del Obispo
en 1937;
— En su
pedido, la Hermana Lucía, agrega como un deseo personal que la fiesta en
honor del Corazón de María se extienda a todo el mundo.
De
Balasar la celeste invitación
a la Consagración del mundo
Como se lee
en su autobiografía desde 1928, narra Alejandrina: “Todas las mañanas me
consagraba a Nuestra Señora, diciéndole:
“Madrecita,
te consagro mis ojos, mis oídos, mi boca, mi corazón, mi alma, mi
virginidad, mi pureza, mi castidad...
Madrecita,
acepta, soy tuya, Tú eres el cofre sagrado, el cofre bendito de nuestra
riqueza, Te consagro mi presente y mi futuro, mi vida y mi muerte...
Madrecita,
abre tus santísimos brazos, tómame y estréchame en tu santísimo Corazón,
cúbreme con tu manto y acéptame como tu hija muy amada, muy querida y
conságrame toda a Jesús...
Madrecita,
habla en mi corazón y en mis labios, has más fervorosas mis oraciones y
más valiosos mis pedidos...”
En el
inicio de 1952 escribe en su diario: Jesús y la Madrecita, no quiero
salir de sus corazones, nadie me arrancará de ellos, bien saben que
prefiero el infierno que ofenderlos un solo instante, soy su víctima”.
(22-2-1952)
Pocos meses
después, el 13-6-1952, explica: “No tengo grandes cosas, pero aprovecho
todas las migajitas de sacrificios para ofrecerle a Jesús, por medio de
las manos, labios y el Corazón Inmaculado de la Madrecita, todo por
muchas cosas y para su gloria y el bien de las almas.
Alejandrina
nos enseña que la Consagración a Nuestra Señora no es tanto la
recitación y la repetición de una fórmula, es el vivir en María, con
María y por María y este estilo de vida la llevó a la unión mística con
Jesús y con la Santísima Trinidad.
Fue
ciertamente al vivir esta experiencia que Jesús le confió el encargo de
pedirle al Papa la consagración del mundo al Corazón de María y que el
Espíritu Santo la guió desde 1935 para ofrecerse como víctima para
obtener este gran beneficio para la humanidad.
En 1929
Nuestra Señora le pidió a Lucía de Fátima, la consagración de Rusia y en
1940 le dice en su carta al Santo Padre:
“Nuestro
Buen Dios promete que si Vuestra Santidad se digna consagrar el mundo al
Inmaculado Corazón de María, con mención especial por Rusia, abreviar
los días de tribulación que ha determinado castiga al mundo por sus
crímenes...”
Por el
contrario, en Balasar, este deseo del Señor fue expresado por Jesús a
Alejandrina el 30 de julio de 1935, ella narra que después de la Sagrada
Comunión, oyó que Jesús le decía:
“Manda
decir a tu Padre espiritual que en prueba del amor que le dedica a mi
Madre Santísima, quiero que sea hecho, todos los años, un acto de
Consagración del mundo entero en uno de los días de sus fiestas,
escogido por ti: la Asunción, la Purificación, la Anunciación, pidiendo
a esta Virgen sin mancha de pecado, que avergüence y confunda a los
impuros, para que cambien el camino y ya no me ofendan. Así como le pedí
a Santa Margarita María para que el mundo fuera consagrado a mi Divino
Corazón, así te pido a ti que sea consagrado a Ella con una fiesta
solemne. (1)
Durante un
año, el director espiritual, P. Mariano Pinho, calló el asunto, causando
dudas e indecibles sufrimientos a Alejandrina.
Un año
después, el 10 de octubre de 1936, Alejandrina le escribe a su Director:
“En estos días, me dice Jesús: “Te voy a decir mis deseos, mis divinos
deseos, hijita, manda decirle a tu padre espiritual que desparrame en
todos los confines del mundo, que este flagelo (la revolución comunista
española) es un castigo, es la ira de Dios. Yo castigo para llamarlos: a
todos quiero salvar, morí por todos, ya no quiero ser ofendido y lo soy
horrorosamente, en España y en todo el mundo, ¡qué crueldad! Corre tanto
peligro de extenderse estas barbaridades (guerra mundial y lo que le
seguirá)... voy a decirte como será hecha la consagración del mundo a la
Madre de los hombres y Madre Santísima mía y que amo tanto. Será en Roma
por el Santo Padre y por los Padres en todas las iglesias del mundo, que
no haya recelos, mi deseo será cumplido. (2) (de un documento de
10-9-1936)
El 5 de
mayo de 1938, mientras el P. Pinho se preparaba para predicar los
ejercicios espirituales a todo el Episcopado portugués, Alejandrina le
escribía:
“Me dice
Jesús: te doy los tesoros de mi Corazón, acógelos, son tuyos, dáselos a
quien quieras.
Alejandrina
le preguntó a Jesús: ¿Puedo dárselos a mi Padre espiritual? Para que los
reparta como él quiera a las personas que me son tan queridas y a los
Obispos, para que se los den a cada uno de sus Padres y los padres a las
almas. –Sí, hija amada...
El horno de
mi Corazón hoy esta encendido, pero es sólo fuego, todo lo demás parece
muerto, déjalo, son los cariñitos de mi Jesús, y todo lo que le voy
ofreciendo por el buen resultado del retiro de los Obispos, es toda mi
idea, ayudarlos con mis sufrimientos del cuerpo y del alma, que son
muchos”.
Al final
del Retiro, los Obispos Portugueses, por propuesta del P. Mariano de
Pinho, se dirigían al Santo Padre:
“Humildemente postrados a los pies de Vuestra Santidad, pedimos
insistentemente, cuando juzgue oportuno, que el mundo sea consagrado al
Corazón Purísimo de María, para que sea liberado de los peligros que de
todas partes lo amenazan, por la mediación de la Madre de Dios”.
El texto de
esta carta fue escrito por el P. Pinho en latín y solamente una frase
fue atenuada por el Siervo de Dios D. Manuel Mendes da Conceicao Santos,
Arzobispo de Évora y gran Cooperador Salesiano.
Fue después
de esta insistencia, hecha con tantas particularidades, que el día 10
del mismo mes, el P. Pinho envió al Santo Padre el pedido para la
Consagración.
Es
interesante notar como en la fórmula que Pío XII usó para esta
Consagración se encuentran los títulos predichos por Alejandrina, “Reina
del Cielo y de la tierra, Reina de la Paz, Señora de la Victoria, esto
es, vencedora de las grandes batallas de Dios”.
El mes de
mayo de 1942, Alejandrina, en un éxtasis, predice, refiriendo las
palabras de Jesús, la consagración del mundo que haría el Papa, en
lengua portuguesa, el 31 de octubre siguiente:
“El corazón
del Papa, el corazón de oro –me dice Jesús- está resuelto a consagrar el
mundo al Corazón de María, qué dicha, qué alegría para el mundo ser
consagrado, pertenecer más que nunca a la Madre de Jesús. Todo el mundo
le pertenece al Corazón Divino de Jesús, todo le va a pertenecer al
Corazón Inmaculado de María”. (12-5-1942)
a través de
la unión íntima con Jesús, Alejandrina llegó a una identificación con Él
que la convirtió en participante, como esposa, de su dominio real.
María, a su vez, la hace participar de su misión de dispensadora de
gracias, como lo confirma este pasaje de su diario:
“Vino la
Madrecita, era el Inmaculado Corazón de María, me mostró nuevamente su
Santísimo corazón coronado de espinas y le pedí que me lo diera, Ella
pasó todas las espinas a mi corazón y me dijo: Hija mía, te pido lo
mismo que te pidió Jesús: dolor y reparación, consuélanos siempre y pide
a las almas piadosas que se enfervoricen y nos amen y a los pecadores
que se conviertan y no nos ofendan. Como premio de tu sufrimiento y para
darles a las almas las gracias celestes y moldear sus corazones, te hago
a semejanza de Jesús, depositaria de mis gracias...”
Las manos
de la Madrecita estaban llenas de gracias, que pendían como rayos de
sol, unió sus manos a las mías, palma con palma y me dijo: “Son tuyas
mis gracias, repártelas a quien quieras, dalas a tus seres queridos,
quiero que lo hagas porque mi Jesús y Yo los amamos, dalas a todo los
que te las piden en la medida en que te las vayan pidiendo,
distribúyelas por el mundo entero, te hago rica con mis riquezas y con
las de Jesús”... Ya pasó mucho tiempo, pero aún siento en cada mano un
peso inmenso”. (Diario, 5-5-1951)
En Fátima,
en el mes de julio de 1917, Nuestra Señora le dirá a los Pastorcitos:
“Para salvar (a los pecadores) Nuestro Señor quiere establecer en el
mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón”.
En Balasar,
en el año de 1935, Nuestro Señor le pide a Alejandrina que se consagre
el mundo a su Madre Bendita.
El hecho es
confirmado por la Sagrada Congregación para la Causa de los Santos, en
el perfil biográfico de Alejandrina y proclama oficialmente:
“En el año
de 1936, por orden de Jesús, Alejandrina le pidió al Santo Padre, por
medio del P. Pinho, la Consagración del mundo al Corazón Inmaculado de
María. Este pedido fue renovado muchas veces hasta el año de 1941, por
lo que la Santa Sede interrogó tres veces al Arzobispo de Braga acerca
de Alejandrina y por fin la Consagración fue hecha por Pío XII en Roma,
el día 31 de octubre de 1942”.
El acto de
Consagración fue transmitido por la radio en lengua portuguesa, en
Fátima, estando presentes miles de peregrinos, por amor a la verdad,
debe rectificarse el error de muchas personas que atribuyen a la Hermana
Lucía el pedido del Cielo para esta consagración.
Visité a la
vidente de Fátima en su Carmelo de Coimbra, el día 4 de agosto de 1978 y
le pregunté: Quisiera que me dijera, si alguna vez Nuestra Señora le
pidió la Consagración del mundo a su Inmaculado Corazón.
Y contestó
la Hermana Lucía: Nuestra Señora no me pidió esa Consagración, sólo me
pidió la Consagración de Rusia.
San
José en Fátima
En la
quinta aparición, Nuestra Señora había prometido a los Pastorcitos que
volvería en octubre con San José y el Niño Jesús. Al despedirse, los
pastorcitos la seguían con la mirada mientras subía en el esplendor de
la luz solar y cuando Ella desaparecía en el espacio, se les muestra al
lado del sol la Sagrada Familia, a la derecha la Santísima Virgen,
vestida de blanco con el manto celeste y el rostro más brillante que el
sol, a la izquierda, San José con el Niño, con la apariencia de un niño
de dos años de edad y todos bendecían al mundo con las manos.
Y en
Balasar
Jesús le
pide varias veces a Alejandrina, reparación por los pecados cometidos
por los esposos y por las familias, por medio de ella el Señor invita a
imitar las virtudes de la Sagrada Familia: Jesús, María y José.
Escribe en
su diario del 19 de marzo de 1948: de repente, como caídos del Cielo,
estaban frente a mí la Madrecita y San José, la Madrecita vestía de azul
y blanco y San José de color oscuro, sostenía en la mano izquierda una
azucena, de repente, en medio de ellos, apareció Jesús, hermosísimo, y
me habló: Hija mía, pide todo lo qué quieras para el mundo a mi padre
adoptivo, pídele a los hombres que me pidan en su nombre...”.
La
Madrecita se aproximó a mí y me besó y me acarició, San José se inclinó
hacía mí y me dejó sobre el pecho la azucena que traía y desaparecieron,
sólo quedó Jesús, pero ya como de costumbre, ya no era pequeñito..”
Alejandrina
escribía el 19 de marzo de 1954: “Jesús vino como de costumbre a
comunicarme su vida, venía acompañado de San José y me dice: “Lo que le
hicieras a mi Madre bendita y a mi padre adoptivo, me lo haces a Mí”.
Nuestra Señora del Carmen en Fátima
En la
última aparición (1917), después de la visión de la Sagrada Familia,
Lucía ve venir a Nuestro Señor para bendecir al pueblo y después a
Nuestra Señora, pero bajo dos aspectos: “Parecía la Señora de los
Dolores, pero sin la espada en el pecho y creo haber visto también otra
figura, la Señora del Carmen”.
Y en
Balasar
Alejandrina
narra en su diario el 12 de noviembre de 1954: “Apareció al lado de
Jesús la Madrecita querida, la Madre de los Dolores, Jesús le dio el
lugar y desapareció:
“Querida
hija mía, sufro infinitamente con Jesús, con los males del mundo, acepta
mis saetas, sufre, déjame colocarlas en tu corazón y así consuelas el
Corazón de la Madre y el Corazón del Hijo”.
“Madrecita,
acepto todo para alegrarte y en un momento, la madre de los Dolores se
transformó en Nuestra Señora del Carmen, con el Niño Jesús a su lado y
continúo diciéndome: “Hija mía, habla a las almas y diles que todas las
cosas que pidan a Jesús en mi nombre y en nombre de las almas del
Purgatorio, todas las cosas que permitan la conversión de los pecadores,
les serán concedidas”.
El Niño
Jesús estaba inquieto en los brazos de su madre, quería venir conmigo,
la Madrecita le cumple su deseo, lo pasa a mis brazos, y Él me besa, me
acaricia y quedando sobre mi pecho me dice: “¿Me dejas quedarme aquí?”
¡Oh Jesús,
en el exterior no, pero dentro de mi corazón siempre, siempre, no te
separes de mí!”.
Quedé sola,
desaparecieron y les dije: “¡Amo a Jesús, amo a la Madrecita, creo, creo
eternamente!”.
El primer
sábado, 5 de diciembre de 1953, Alejandrina dictó para su diario:
“Recibí a Jesús y me habló así: Hija mía, mi joya, pupila de mis ojos,
está en tu corazón el Esposo fiel, fidelísimo, estoy aquí para prender,
atar más, mucho más, con fuertes cadenas de amor mi divino Corazón al
tuyo.
Me voy y me
quedo, me ausento y estoy presente, voy a dejarte y no te abandono un
momento, me cuesta proceder en esta forma, es por las almas, es por los
pecadores que necesitan de tu martirio. Me cuesta mucho esta separación
fingida, te dijo y le dije a mis discípulos: “Me voy pero me quedo”,
partí para el Cielo y me quedé en la Eucaristía, me voy y me quedo en el
sagrario de tu corazón, ten siempre presentes mis palabras, mis pedidos,
las exigencias de Jesús...”.
Vino
después la Madrecita: “Hijita, ven predilecta de Jesús, soy la Madre del
Rosario, soy la Madre del Carmelo. Después de colocarte en mi regazo y
estrecharte en mi corazón, dejo en tus manos el Rosario que tengo en mis
manos benditas: coloca sobre él el Escapulario”.
El
Escapulario del Monte Carmelo
Pío XII
llama al Escapulario “nuestra señal de consagración al Inmaculado
Corazón de María”.
En su
mensaje enviado al primer Congreso Mariano, que tuvo lugar después de la
promulgación de la Lumen Gentium, Paulo VI, explicando el párrafo
67 que dice:
“Todos los
fieles de la Iglesia tengan en gran estima las prácticas y los
ejercicios de piedad para con Ella (Nuestra Señora), recomendadas por
siempre por el magisterio de la Iglesia” El Santo Padre nos dice: Entre
ellas, juzgamos oportuno acentuar de modo particular el Rosario Mariano
y el uso devoto del Escapulario del Monte Carmelo, una forma de piedad
que, por su sencillez se adapta verdaderamente al espíritu de cada uno y
es apoyada por los fieles para obtener un aumento de frutos
espirituales”.
San Juan de
la Cruz, doctor de la Iglesia, empeñado en practicar las virtudes de
María, simbolizadas en el Escapulario, dice: “El Señor me hizo
comprender toda la ternura de su Corazón, nunca había sabido que en este
Corazón Divino hubiera tanta ternura para con los hombres”.
Así sucede
con los privilegiados niños de Fátima que recibieron, casi de improviso,
un milagro de luz sobre el misterio eucarístico.
Lo mismo le
sucede a Alejandrina, transformada en Serafín de Jesús Sacramentado,
gracias a su total consagración a María. El Escapulario, cuando es
pedido y se trae como expresión de filial intimidad con María, se vuelve
señal de gracia celeste, al ser ofrecido por Ella para ese fin.
María está
moralmente presente para quien trae el Escapulario, que es señal externa
de consagración a Aquella que quiere obtener para todos sus hijos
encontrar a Jesús y crecer bajo la acción de Espíritu Santo, en la
identificación con el Hijo de Dios.
La
guerra predicha por Jacinta
y la Hermana Lucía
Los meses
de enero y febrero, cuando se encontraba Jacinta en Lisboa, para ser
internada en el hospital, parecía tener bajo sus ojos la futura guerra.
La Superiora del Orfanato, donde fue recogida, escribió el 30 de
noviembre de 1937, que Jacinta le dijo que repitiera que si los hombres
no se enmiendan, Nuestro Señor mandará al mundo un castigo, como no se
vio igual y primero en España, y hablaba de grandes acontecimientos
mundiales, que acontecerían alrededor de 1940, pero sin especificarlos,
decía también que el Santo Padre iba a sufrir mucho.
A su vez,
la Hermana Lucía escribió al P. José Bernardo Goncalves, S.J. lo
siguiente que sacamos del libro “Jacinta de Fátima” escrito por el P.
Fernando Leite, 4ª. Edición, Braga 1966, pags, 219-220:
“La guerra
terminará cuando la sangre derramada por los mártires sea la suficiente
para aplacar la Justicia Divina” 21-1-1940.
“Él
(Nuestro Señor) puede hacer que la causa (la consagración de Rusia)
fuera aprisa, pero para castigo del mundo, dejará que siga su curso, su
Justicia, provocada por nuestros pecados, así lo exige. 21-1-1940.
“Supongo
que es del agrado de Nuestro Señor que haya quien se vaya interesando
junto a Su Vicario, para la realización de sus deseos (Consagración de
Rusia y del mundo al Inmaculado Corazón de María).
Pero el
Santo Padre no lo hará pronto, duda de la realidad y tiene razón.
Nuestro Buen Dios podía, por medio de algún prodigio, mostrar que es Él
quien lo pide, pero se aprovecha de este tiempo para usar su Justicia y
castigar al mundo de tantos crímenes y prepararlo para un regreso a Él.
La prueba
que nos concede es la protección especial del Inmaculado Corazón de
María sobre Portugal, por la consagración que le hicieron, la gente de
que me habla, tiene razón de estar asustada, más nos pasaría si nuestros
Prelados no hubieran atendido los pedidos de nuestro Buen Dios e
implorado tanto de corazón su misericordia y la protección del
Inmaculado Corazón de nuestra buena Madre del Cielo.
Pero ahora
en nuestra Patria existen muchos crímenes y pecados y al ser la hora de
la Justicia de Dios sobre el mundo, es preciso continuar orando, pero
eso yo hallaba bien que infundiesen en las personas, una gran confianza
en la misericordia de nuestro buen Dios y en la protección del
Inmaculado Corazón de María, además de la necesidad de oración
acompañada del sacrificio, sobretodo el que es preciso hacer para evitar
el pecado. Es un pedido de nuestra buena Madre del Cielo, desde 1917,
salido de su Inmaculado Corazón con una tristeza y ternura inexplicable:
“No ofendan más a Nuestro Señor, que ya está muy ofendido”. (18-8-1940)
“En una
comunicación íntima, Nuestro Señor me hace conocer que el momento de la
gracia, de que me había hablado en mayo de 1938, estaba por acabarse, la
guerra con todos sus horrores que la acompañan, empezaba pronto,
prometió una protección especial del Inmaculado Corazón de María para
Portugal, en atención al acto de consagración que hizo el Episcopado a
este Corazón Inmaculado, pero, como también Portugal es culpable, deberá
sufrir algunas consecuencias de la guerra, que terminará cuando el
número y la sangre de los mártires haya aplacado la Justicia divina...”
(6-2-1939)
El 20 de
junio de 1939 le escribe al P. Aparicio: “Nuestra Señora prometió
aplazar para más tarde el flagelo de la guerra, pero si fuera propagada
y practicada esta devoción, la vemos aplazando este castigo, así que hay
que ir haciendo esfuerzos para propagarla, pero tengo miedo de que no
podamos hacer más de lo que hacemos y Dios, que no está contento,
levante el brazo de su Misericordia y deje que el mundo quede asolado
con este castigo que será horrible”.
El Director
comenta: “Las palabras son señaladas por Lucía” me hace la impresión del
modo como afirma y pronostica los acontecimientos, no duda, habla
categórica, como quien está viendo el futuro, pienso que Nuestra Señora
se lo ha mostrado”.
Pero nos
preguntamos, ¿porqué tardó tanto en publicar esto? Lucía responde en un
escrito del 6-7-1942: “Puede ser que a algunos les parezca que yo debía
haber manifestado todas estas cosas hace mucho tiempo, porque habrían
tenido más valor, así sería, si Dios hubiera querido presentarme como
profeta, pero creo que no fue así, si así fuera, pienso que, cuando en
1917 me mandó callar, por medio de los que lo representaban, me hubiera
mandado hablar. Juzgo entonces, que Dios quiso servirse de mí para
recordar al mundo la necesidad que hay de evitar el pecado y reparar las
ofensas hechas a Dios, por medio de la oración y de la penitencia”.
La
guerra predicha en Balasar
En una
carta a su Director, Alejandrina predice el 10 de septiembre de 1936:
“Corre tanto peligro de extenderse estas barbaridades” y se refería a
los acontecimientos en España. En enero de 1939 insiste: “El mundo está
suspendido por un hilo finísimo”.
En la
fiesta del Corazón de Jesús, el 16 de junio de 1939, el Señor la trata
como responsable y representante de la humanidad y la amenaza,
diciéndole: “En que montón de ruinas no quedará el mundo, conviértete,
cambia el rumbo, te pido en el día de mi Divino Corazón, ¡Conviértete!
Te pido cuentas de todo”.
La noche
del 28 de junio de 1939, Alejandrina tiene una visión que así describe:
“Esta noche
la pasé siempre alerta, pocos minutos tuve de descanso, no siento
consuelo, me gusta no dormir, para estar alerta, siempre alerta con mi
Jesús en los Sagrarios.
“No sé
bien, pero me parece que serían las dos de la mañana, Dios mío, ¡qué
horror!, no sabía lo que era, pero parecía la destrucción del mundo,
todo se arrasaba, casas, árboles, techados, todo quedaba en montones de
ruinas, ¡caso asustador! atrapados en todo esto, veía en número sin
cuenta, gente agitarse debajo de aquel tejado y por encima de ellos
serpientes hediondas, eran grandes y tan feas, pero no vi salir a nadie
de aquellas ruinas, un poco después, vi venir a lo lejos a la querida
Madre del Cielo, venía suspendida en lo alto, vestida de blanco, la
cabeza baja y la mirada triste. Venía caminando para el frente y al
mismo tiempo todas las ruinas desaparecían, todo quedó plano, lo que
eran ruinas hediondas, estaba ahora iluminado, pasado algún tiempo se
volvió a repetir la destrucción, las ruinas, pero no a al vista de la
querida Madrecita”.
La guerra
estalló en toda Europa, el 4 de julio de 1940, Alejandrina fue
arrebatada en un éxtasis, estaba presente su director espiritual, al que
le dictó: “Después de una breve oración y de la oferta de mi misma con
las otras víctimas, en unión con la Madre del Cielo, para obtener que
Jesús libertara a Portugal del terrible flagelo de la guerra, fui
súbitamente escuchada. Jesús tiene prisa en responderme: “Pide y
recibirás, pide con confianza, Portugal estará a salvo, pero, ¡Ay de él
si no corresponde a tan grande gracia! Confía, es Jesús quien te lo dice
y no engaña”.
Y la
profecía se verificó, en el éxtasis del 6 de noviembre de 1940,
Alejandrina suplica a Jesús para darle la paz al mundo y proteger al
Papa, el Señor le responde: “La paz viene, pero a costa de mucha sangre,
el Santo Padre será protegido, el dragón soberbio y rabioso, que es el
mundo, no tocará su cuerpo, pero su alma será su víctima.
Cuando en
1943, Hitler había preparado todo para raptar a Pío XII, Alejandrina
escribe una larga carta al Santo Padre, para asegurarle que nada le
sucedería.
El
cuarto de Alejandrina aún habla
Es un
lenguaje cada vez más elocuente, siento el deber de hablar de esto, para
deshacer la afirmación de los que consideran sobrepasado el tiempo de la
mística y para responder a los grupos de sociólogos improvisados, que
contradicen mi reciente experiencia.
“Una tarde
tuve la idea de participar en una mesa redonda, la discusión la
controlaba un joven sacerdote, tres jóvenes barbudos y algunas muchachas
pintadas de modo excéntrico. Los términos más usados eran:
horizontalismo, alineación, espiritualidad de evasión, misticismo cómodo
y la sustancia de la conversación fue que el contacto con Dios podía
constituir un alivio para no ocuparnos de los hermanos, la mirada al
cielo distrae la empresa de la construcción del mundo, menos misticismo
y más disponibilidad a los sufrimientos ajenos.
La tumba de
Alejandrina es una prueba de su inconmensurable caridad espiritual para
con los pecadores y una llamada a cuantos la visitan para la práctica de
la caridad con los necesitados y los que sufren: una llamada a realizar
lo que ella realizó durante toda su vida.
En la serie
de impresos encasillados en cuadros a la entrada del cuarto, leemos
algunos pensamientos que esta excepcional mística escribió en sus
diarios:
“Pobres
hombres y pobres almas, si nos preocupamos solamente del Cielo, cuantos
morirían de hambre y de frío, cuantas almas caerían en la desesperación,
¡Fuiste Tú, mi Jesús, quien predicó y enseñó la caridad!
“La limosna
y la caridad bien practicada es la base de todo, nada hay que ayude a lo
espiritual como auxiliar en lo material cuando es necesario. Cuanto bien
se le puede hacer a las almas, quitándoles el hambre, cubriendo su
cuerpo y protegiéndolos de tantas miserias, ¿no merece Jesús todo esto?
“Quisiera
consolar y confortar a todos, quiero dar alegría a todos los corazones”.
“Quiero
practicar el bien, quiero que todos mis actos lleven bondad y dulzura,
no soporto saber que los pobrecitos tiene hambre y no tiene que
cubrirse, no soporto saber que mis semejantes estén en grandes
aflicciones, sean las que fueren, mi corazón a pesar de ser tan malo,
sufre, muere por no poder convertirse en pan, agasajos, consuelo y
alegría, consolación y bálsamo para los que sufren. Jesús, amo a todos y
a todos quiero consolar por Tu amor”.
Transcribimos algunos testimonios:
“Recuerdo a
Alejandrina, no tanto como mística, sino por sus virtudes cristianas y
humanas, que supo practicar de un modo admirable”.
“En horas
de graves angustias, yo estaba segura de encontrar siempre en
Alejandrina, un corazón semejante al de mi Dios: hacía prodigios de
caridad”.
“El
Gobierno piensa en las escuelas, pero creo que sería mejor construir
casas para los pobres”.
“Quien
amaba tanto al Padre Celeste, debía necesariamente amar al prójimo, era
conmovedor observar la generosidad y bondad con que recibía, en su lecho
de dolor, tanto a los ricos como a los pobres, a las personas cultas
como a las ignorantes, a los amigos y a los extraños”.
Debía de
ser así, porque Alejandrina acostumbraba decir: “Amémonos en Dios y con
su amor”. Y su corazón, precisamente porque siempre estaba unido al
Corazón de Cristo, hasta una mística identificación con Él, se dilató
desmedidamente y abrazaba a todos, se conmovía de todo, sentía en sí
todo cuanto era del prójimo y daba siempre y se daba completamente. Sus
coterráneos, en su muerte, se vistieron de luto durante un mes y
comentaban: “¡Murió la madre de Balasar!”.
Consagra tu Parroquia
El 10 de
septiembre de 1936, Jesús le hacía esta profecía y promesa a
Alejandrina:
“Te voy a
decir como va a ser hecha la Consagración del mundo a la Madre de los
hombres y Mi Madre Santísima, que amo tanto.
Será en
Roma por el Santo Padre consagrando a Ella el mundo entero y después por
los Padres en todas las iglesias del mundo bajo el título de Reina del
Cielo y de la tierra, Señora de la Victoria, si el mundo corrupto se
convierte y cambia el rumbo, Ella reinará y la victoria será ganada por
Ella”.
A los
testimonios de Balasar queremos unir los que la historia narra sobre la
extraordinaria consagración al Corazón de María en la parroquia parisina
de “Nuestra Señora de la Victoria” y a la fundación de la Archicofradía
del Corazón de María.
Para el
lector atento, el “título” de la parroquia no es nuevo: lo recogieron
los labios proféticos de Alejandrina y lo escuchó pronunciar por Pío XII
en la oración de la Consagración del mundo. No podemos dejar de ver aquí
la trama de una Providencia divina, tanto más que el contenido de esta
narración viene a probar lo que fue pedido y prometido en Fátima y
Balasar.
En 1832 el
Arzobispo de París, D. De Quelen, confió la parroquia al joven sacerdote
Carlos Des Genettes, que se dedicó con todo el corazón y celo al bien de
las almas de aquella zona árida e indiferente. Desanimado ante la
inutilidad de sus esfuerzos, le pidió repetidas veces a su Prelado que
lo transfiriera, pero el Arzobispo le respondía siempre: “Rece y
confíe”.
Al cabo de
cuatro años, viene del Cielo la respuesta, lo describe el mismo:
“Corría el
mes de diciembre de 1836, por la fiesta de la Inmaculada (3), ya tenía
algún tiempo de párroco y la pobre parroquia se encontraba en un estado
miserable, cerca de 18 mil habitantes y ni una sola persona en la
iglesia, 35 mujeres en la misa del domingo, ningún hombre cumplía el
precepto pascual, yo estaba desolado, me invadió el desánimo, temiendo
que mis pecados fueran la causa de este triste estado de las cosas, me
decidí a pedir mi dimisión.
“Un viernes
de diciembre, me hallaba más triste y abatido que nunca, comencé la
Misa, sólo con mi pequeño ayudante, cuando llegué al “Sanctus”, me
asaltó una perturbación extraordinaria.
Me vi
obligado a parar, estaba por continuar la Misa, cuando de repente oigo
una voz fuerte y distinta, que me dice: “Consagra tu iglesia y parroquia
al Santísimo e Inmaculado Corazón de María”. Espantado, me volteó para
atrás con vivacidad, pero no veo a nadie, mi pequeño ayudante seguía
jugando tranquilamente con sus dedos.
Se acabó,
digo dentro de mí, me voy a volver loco, no más dudas, es preciso que
hoy mismo presente mi dimisión al Señor Obispo. Ya más tranquilo con
esta resolución, terminé la Santa Misa, sin prestar más atención a la
voz extraña que había oído, di de rodillas mi acción de gracias.
Estaba
totalmente solo y me preparaba para levantarme, cuando la misma voz, más
fuerte y distinta, me repite en un tono de mando que me causa
escalofríos: “Consagra tu parroquia al Santísimo e Inmaculado Corazón de
María”.
Esta vez me
convencí, no era ilusión, había entendido bien, cosa extraña, nunca le
había tenido gusto a esa devoción, me parecía pueril, casi ridícula.
“Caí de
rodillas, lleno de reconocimiento y de emoción. Después de una larga
oración, regresé a casa resuelto a escribir sin falta los Estatutos de
una Cofradía en honor del Inmaculado Corazón de María para la conversión
de los pecadores.
Puse manos
a la obra y yo que siempre había hallado difícil redactar, quedé
maravillado al ver que escribí de una sola vez, sin corrección alguna,
los Estatutos proyectados, una potencia invisible guiaba insistentemente
mi mano. Son los mismos Estatutos que existen hoy y fueron aprobados por
la Santa Sede.
No sabía
que decir, pedí a la Virgen que me diera una prueba de que todo venía de
Dios y dije para mí: Si el Señor Arzobispo aprueba la Cofradía, será la
señal de que la obra es de Dios.
Fui ese día
con el Arzobispo, temiendo un poco que Mons. De Quelen se riera de mí y
de mi idea, no me atreví a hablarle de la voz misteriosa que había oído
dos veces, me contenté a presentarle el proyecto de los Estatutos, con
grande asombro mío, me dice: Quiero Padre, no solamente apruebo esta
Cofradía, ordeno que se establezca y quiero que comience el próximo
domingo.
“Estábamos
a viernes, partí sorprendido y alegre, dos días después, anuncié en el
púlpito, en la Misa solemne, a las treinta o cuarenta mujeres que
componían el auditorio, que aquella misma tarde comenzarían las
reuniones de la Cofradía del Santísimo Corazón de María para la
conversión de los pecadores.
En el fondo
de mi corazón, con mi pesar, no tenía mucha confianza, al descender,
encuentro a los pies del púlpito a un señor, que no había visto al
subir, se aproxima a mí y me pregunta, -¡cosa inaudita!- dónde y cuándo
podría confesarse.
“En la
tarde, latía ansioso mi corazón. No encontraré a nadie en la iglesia, me
decía al dirigirme para allá, haré una bella figura con la Cofradía,
pero cual fue mi sorpresa al entrar, vi mi pobre iglesia llena y había
un tercio de hombres y jóvenes, no podía creerlo, leí y expliqué los
Estatutos, se cantaron las laudes de Nuestra Señora y llegando a la
invocación: “Refugium peccatorum, ora pro nobis, Refugio de los
pecadores, ruega por nosotros”, lloraba como un niño, la Cofradía estaba
fundada.
El Padre
Des Genettes pretendía más, quería que la Cofradía se extendiera por el
mundo entero, así aconteció, la Santísima Virgen distribuyó por su medio
multitud de gracias y conversiones.
El 9 de
julio de 1838, Pío IX coronaba solemnemente la milagrosa estatua de
Nuestra Señora de las Victorias, diciendo: “La Archicofradía del Sagrado
Corazón de María es obra de Dios, un pensamiento del Cielo se suscitó en
la tierra y será una fuente de gracias para la Iglesia”.
El prodigio
ocurrido en París el siglo 19 y las gracias que se dieron, estimulen a
las parroquias y a las instituciones y a los fieles a consagrarse al
Corazón Inmaculado de María.
Como
conclusión de este humilde trabajo, me parece que queda perfectamente la
oración escrita y divulgada por San Juan Bosco, grande devoto del
Corazón doloroso de María y que previó las batallas de los enemigos de
la Iglesia y profetizó que por medio de María se iría a la victoria:
“Oh María,
Virgen poderosa,
Tú, la grande e ilustre defensora de la Iglesia,
Tú, Auxiliadora admirable de los cristianos,
Tú, terrible como ejército en orden de batalla,
Tú, que sola destruyes los errores del mundo,
Tú, en nuestras angustias en nuestras luchas, en nuestras necesidades,
Defiéndenos del enemigo,
Y en la hora de nuestra muerte,
Acógenos en las alegrías eternas, Amén”
Notas
(1) Jesús,
en 1954 confirma: “Por medio de ti fue consagrado el mundo a mi Madre
Bendita”. ¿La frase “con una fiesta solemne” significa el modo con que
debe de ser hecha la consagración y la institución de una fiesta
litúrgica en honor del Corazón de María? El primer Director no nos dejó
ninguna explicación sobre esto y a mí se me escapó esta particularidad y
nada le pregunté a Alejandrina. La Hermana Lucía es más explicita y le
pide a Pío XII una fiesta, extensiva a todo el mundo en honor del
Corazón de María.
(2) Pío
XII, en mayo de 1948, recomendaba vivamente que la “Consagración se
renovara en cada diócesis y parroquia y en cada familia”.
(3) 1832:
el P. Carlos Des Genettes toma posesión de la parroquia parisina, en
Balasar, el mismo año, aparece la cruz misteriosa. En 1836, el sacerdote
oye la invitación de consagrar la parroquia al Corazón de María, en
Balasar, en 1936, Jesús dice que los sacerdotes consagrarán al Corazón
de María sus parroquias y que el Papa invocará a María como “Señora de
la Victoria”. ¿Coincidencias o realizaciones de un plano divino?
FIN |