Alexandrina de Balasar

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FÁTIMA Y BALASAR
Dos tierras hermanas

Autor: P. Humberto M. Pasquale S.D.B.
Edición: Cavaleiro da Inmaculada
Provincia Salesiana Portuguesa

 

Una visión de Alejandrina:

“Jesús me dio en las manos la cruz que pende del Rosario y quedó enredado en mis manos, quedó extendido y abierto, alguien del lado opuesto lo sostenía. Jesús se metió en medio del Rosario, abriéndolo cada vez más y me dijo: “Afirma tus manos a la cruz, cíñela bien a tu corazón, la humanidad entera va a quedar dentro del Rosario, habla a las almas, hija mía, háblales del Rosario y de la Eucaristía.

“El Rosario, la Eucaristía, mi Cuerpo y mi Sangre. La Eucaristía y mis víctimas: Son la salvación del mundo”. (29-10-1954)

Presentación

El unir los nombres de estas localidades — Fátima y Balasar —  no es arbitrario ni sin fundamentada motivación, antes bien es fruto de un estudio documentado y de un conocimiento directo de los acontecimientos ocurridos.

La relación Fátima-Balasar me fue confirmada por la carta que la Venerable Alejandrina María da Costa escribió al P. Mariano Pinho S.J., que me precedió en su dirección espiritual. Escribe el 3 de noviembre de 1953: “El Cardenal (D. Manuel Cerejeira) me envió palabras de aliento, diciéndome que al inaugurar la Basílica de Fátima, pensó en Balasar, y me colocó sobre la patena, ofreciéndome junto con Jesús, como víctima por los pecadores”.

El Cardenal Cerejeira, al segundo director de la Venerable, P. Humberto Pasquale, al enviarle este libro, escribía el 12-10-1975: “Lo leí rápidamente y no me canso en la contemplación de este misterio, que asocia y mutuamente confirma la presencia divina en los dos centros, a usted le fue dada la mayor parte de su difusión, que el Cielo lo ayude”.

En el momento de su muerte, el periódico del Patriarcado publicaba: El último libro que el Cardenal leyó fue “Cristo Jesús en Alejandrina” del P. Humberto Pasquale, edición italiana, con la autobiografía de la Sierva de Dios de Balasar”.

Procuraré poner en evidencia los hilos de la trama celeste, que unen los dos nombres y los protagonistas de las extraordinarias revelaciones.

Las convergencias son muchas, expondré las esenciales, como me consiente un pequeño trabajo de divulgación.

No recelo en afirmar que los privilegiados mensajeros aun ignorándose, se completan en su misión.

Así Balasar aparece, de un modo evidente, como una explicación, una acentuación y un complemento de Fátima.

Hago votos para que el maravilloso mensaje de las dos localidades, constituya un llamado a una vida siempre más cristiana y una invitación a la reparación, hoy más necesaria que nunca.

Que este documento infunda en sus lectores la certidumbre de que el Cielo no abandonó la tierra, continúa siempre su obra de amor con todos nosotros.

Bajo el mismo Cielo, un llamado a la conversión

Fátima, en el centro de Portugal, era una pequeña parroquia perdida entre las montañas, se volvió famosa en todo el mundo gracias a la voz y a los hechos de tres pequeños niños, pobres y analfabetos, de los que se sirvió el Cielo para llamar a los hombres hacia Dios.

Balasar es una parroquia agrícola, sepultada entre la verdura de los viñedos y de los pinos, al norte de Portugal, en la diócesis de Braga y a cincuenta kilómetros de Oporto.

La aldea está ganando fama mundial, gracias al nombre de la Venerable Alejandrina María da Costa, que vivió en la práctica de las virtudes heroicas y dotada de excelsos dones místicos.

Nació el 30 de marzo de 1904 y voló para el Cielo el 13 de octubre de 1955, aniversario de la última aparición de Nuestra Señora a los Pastorcitos de Fátima. Sin duda, mimos divinos, considerando el impulso extraordinario que Alejandrina dio, durante toda su vida, al vehemente llamado de la Virgen a favor de los pecadores.

A los catorce años, para defender su pureza de las perversas intenciones de un hombre que se introdujo en su casa, se lanzó de una ventana a la altura de cuatro metros del suelo.

Una mielitis en la columna vertebral, después de seis años de sufrimientos, el 14 de abril de 1925 la inmovilizó, consumiéndola, durante treinta años, con un doloroso martirio.

En esa forzada soledad, en 1928, Alejandrina se consagró a los Sagrarios Eucarísticos para reparar las profanaciones y el abandono en que es dejado Jesús.

Le decía en sus oraciones de la mañana: “Jesús mío, me uno en espíritu en este momento y desde este momento para siempre a todas las santas Misas que de día y de noche se celebran en la tierra. Jesús, inmólame contigo al Padre Eterno con las intenciones que Tú le ofreces”.

Y a Nuestra Señora le decía: “Madrecita, ábreme tus santísimos brazos, tómame y estréchame en tu santísimo Corazón, cúbreme con tu manto y acéptame como tu hija muy amada, muy querida y conságrame toda a Jesús. Enciérrame para siempre en su Divino Corazón y dile que le ayudas a crucificarme, para que no quede en mi cuerpo ni en mi alma nada por crucificar...

Madrecita, hazme humilde, obediente, pura, casta en el alma y en el cuerpo, hazme un ángel, transfórmame toda en amor, para que me consuma en las llamas del amor de Jesús”...

Movida por el Espíritu Santo, sin saber cómo, se ofreció al Señor como víctima “preocupada solamente en consolar a Jesús y salvar las almas de los pobres pecadores”.

En estas fechas (1928-1929), cuando le preguntaba a Jesús lo que debía hacer, le oyó repetir varias veces: “Sufrir, amar, reparar”.

En 1924 el Señor le pidió expresamente que se diera a Él, para que fuera crucificada a su semejanza. Al cabo de un año, recibió de Jesús la orden de pedirle al Papa la consagración del mundo al Corazón de María.

Desde octubre de 1938 hasta su muerte, esto es, durante 17 años, sufrió la Pasión física de Jesús (esto es, con señales externas) y después su Pasión íntima.

Desde marzo de 1942 hasta diciembre de 1953, todos los viernes Alejandrina tiene éxtasis hablados, en los que Jesús, a través de sus labios, lanzaba al mundo de los pecadores llamados ardientes de conversión.

Privada de su primer director (1934-1941), que era de la Compañía de Jesús, fue dirigida durante cuatro años (1944-1948) por un Salesiano, que la inscribe entre las Cooperadoras Salesianas (15-8-1944) y en 1946 la inscribe en las “Lámparas vivas” que tienen su Centro Directivo en Milán, Italia.

Alejandrina se dejó de alimentar el 27 de marzo de 1942 y vivió durante 13 años y siete meses, hasta la muerte, solamente de la Eucaristía, hecho que fue confirmado por la ciencia médica.

Los dos últimos años de su vida, la visitaron miles de personas, a las que les hablaba, sobre todo en los días de mayor afluencia, con un micrófono, con una fuerza y una unción impresionante, sólo Dios sabe las conversiones obtenidas, pero se conservan muchos testimonios en los archivos de Balasar.

Su misión de atraer almas hacia Dios continúa aun hoy, instrumento de ese llamado es la leyenda que escribió para su tumba:

“Pecadores, si las cenizas de mi cuerpo les son útiles para salvarse, aproxímense, pasen sobre ellas, písenlas hasta que desaparezcan, pero no pequen más, no ofendan a nuestro Jesús.

Pecadores, ¡quisiera decirles tantas cosas! No me alcanzaría este grande cementerio para escribir todas. ¡Conviértanse! No ofenda a Jesús, no quieran perderlo eternamente, ¡Es tan bueno! ¡Basta de pecar! ¡Ámenlo! ¡Ámenlo!”

Su biografía ha sido muy traducida, son muchas las peregrinaciones de varias naciones a su cuartito, donde se inmoló y a su sepulcro aumentan cada año, debido a las numerosas gracias atribuidas a ella.

Su hermana Deolinda escribía en 1957 al P. Humberto: “Parece que no pasa un día sin que vea a muchas personas rezar junto a la tumba de Alejandrina, sobre todo el domingo y en los días trece de cada mes hay auténticas peregrinaciones... hay junto al cementerio una gran sala llena de exvotos”.

El 14 de enero de 1967 fue abierto el proceso sobre las virtudes y fama de santidad de Alejandrina y fue cerrado y enviado a Roma el 10 de abril de 1973, en el cierre del proceso, el Arzobispo de Braga agradeció a todas las personas “que contribuyeron a esta obra fatigante y difícil”. Agregando: “Pero los instrumentos de este trabajo, hechos en común por tantos, pertenecen sobre todo a los Salesianos.

Me alegro con ellos y se los agradezco, me alegro porque Alejandrina era Cooperadora Salesiana y yo les agradezco porque ella era de esta diócesis, gloria de esta diócesis “.

Llamado a la Eucaristía en Fátima

El otoño de 1916 los tres pastorcitos, en la vertiente de la colina “Cabezo”, después de la merienda, rezaban el Rosario, cuando vieron en una nube luminosa un Ángel, que tenía un cáliz con una Hostia, de la que descendía gotas de sangre y dejando el Cáliz y la Hostia suspendidos en el aire, el Ángel se postra al lado de ellos y les hace repetir tres veces:

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, les ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con las que es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de María, pido la conversión de los pobres pecadores”.

Lucía interroga cierto día al pequeño Francisco:

— ¿Qué estás haciendo?

— Estoy pensando en Dios que está tan triste, por causa de tantos pecados, si yo fuera capaz de darle alegría.

Cuando estaba ya muy enfermo, Lucía le pregunta:

— Francisco, ¿qué te gusta más? Consolar a Nuestro Señor o convertir a los pecadores, para que no se vayan más almas al infierno.

— Me gusta más consolar a Nuestro Señor, te fijaste que Nuestra Señora el último mes, se puso tan triste, cuando dijo que no ofendiéramos a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido, yo quiero consolar a Nuestro Señor y después convertir a los pecadores, para que ya no lo ofendan.

El pequeño pastorcito, para consolar a Jesús se pasaba hincado horas y horas en profunda oración y cuando Lucía comenzó a frecuentar la escuela, habiendo sabido que Nuestra Señora vendría pronto para llevarlo al Cielo, Jacinto prefería entrar a la iglesia a hacerle compañía al Señor “Escondido”, como acostumbraba llamar a Jesús Eucaristía.

El llamado a la Eucaristía en Balasar

Jesús le dice a Alejandrina en los años 1934-1935: “Escribe que quiero que se predique la devoción a los Sagrarios, quiero que se encienda en las almas la devoción hacia estas prisiones de Amor...”

“¿Quieres consolarme? Ve a los sagrarios, estoy allí tan solo, tan despreciado, abandonado, ofendido... estoy encarcelado y encarcelado por amor...”

“No creen en mi existencia: no creen que allí habito, blasfeman contra Mí”.

“Otros creen, pero no me aman y no me visitan, viven como si Yo no estuviera presente... te escogí para que me hicieras compañía en esos pequeños refugios, tantos que son tan pobrecitos... pero dentro de ellos, ¡qué riqueza! Está allí la riqueza del Cielo y de la tierra...

“Haz que Yo sea amado por todos en mi Sacramento de Amor, el mayor de los Sacramentos, el mayor milagro de mi Sabiduría”. (de las cartas a su primer Director)

Alejandrina hacía varios años que vivía espiritualmente unida a Jesús Sacramentado y en 1928, mientras pensaba en Jesús en el Sagrario, le dice:

¡Mi buen Jesús, Tú estás preso y yo también, estamos presos los dos; Tú estás preso para mi bien, y yo estoy presa en tus manos. Eres Rey y Señor de todo y yo soy un gusano de la tierra, te dejé en el abandono, pensando sólo en este mundo que es la perdición de las almas, ahora arrepentida de todo corazón, quiero lo que Tú quieras y sufrirlo con resignación, no me faltes con tu protección, buen Jesús”.

Cuenta en 1930 que hacía la Comunión Sacramental pocas veces (no se atrevía a pedírselo al Párroco, por el temor de incomodarlo) pero vivía unida a Jesús lo más posible, para honrarlo a Él y a la Madrecita, escribía en pedacitos de papel y en imágenes esta oración:

“Querido Jesús mío, quisiera ir a visitarte en tus Sagrarios, pero no puedo, porque mi dolencia me obliga a estar retenida en mi querido lecho del dolor. Hágase Tu voluntad, Señor, pero al menos, Jesús mío, permite que ni un momento pase sin que yo vaya en espíritu a decirle a las puertas de tus Sagrarios:  ¡Jesús mío, te quiero amar! Quiero abrasarme en todas las llamas de Tu amor y pedirte por los pecadores y por las almas del Purgatorio”.

En la tapa de un librito, en mayo de 1930 escribió: “Amada Madre del Cielo, ve a presentarle a nuestro Jesús en mis Sagrarios, mis oraciones y vuelve más eficaces mis pedidos. Refugio de los pecadores, ve y dile a Jesús que quiero ser santa”.

Toda la vida de Alejandrina transcurrió a la luz de los Sagrarios eucarísticos, los documentos sobre esto son innumerables. Jesús le decía el 5 de enero de 1952:

“Hija mía, luz y estrella eucarística, fui Redentor, morí para darle el Cielo a las almas, me hice alimento de ellas. Te crié para que te asemejes a Mí, te escogí para víctima, para que continuaras mi obra redentora. Puse en tu corazón el amor, la locura por la Eucaristía, es por ti, eres la luz de este fuego, que dejaste arder, y muchas almas guiadas por esta estrella escogida por Mí, llevadas por tu ejemplo se transformaron en almas ardientes, almas verdaderamente eucarísticas. Ay del mundo sin mis víctimas, sin hostias, continuamente inmoladas Conmigo”.

En otra ocasión, Jesús le pedía: Procúrame almas que te sustituyan junto a mis Sagrarios, después de tu muerte”.

Alejandrina dice en sus últimas disposiciones: “Quiero ser enterrada, si puede ser, con el rostro volteado hacia el Sagrario de nuestra iglesia, así como en la vida ansié estar junto a Jesús Sacramentado y voltear para el Sagrario las más veces posibles, quiero después de mi muerte continuar velando mi Sagrario y mantenerme volteada hacia Él”.

LOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA EN FÁTIMA

El verano de 1916, entre julio y agosto, los tres Pastorcitos, a la hora de la siesta, se encontraban en la huerta de Lucía para jugar, cuando repentinamente vieron a su lado al mismo Ángel, que les dijo:

“¿Qué hacen? Recen mucho, los Corazón de Jesús y de María tiene para ustedes designios de misericordia, ofrezcan constantemente oraciones y sacrificios al Altísimo de todo lo que puedan, ofrezcan a Dios sacrificios en acto de reparación por los pecados con que es ofendido y supliquen por la conversión de los pecadores, así atraen la paz para su Patria. Yo soy el Ángel de su Guarda, el Ángel de Portugal. Sobre todo, acepten y soporten con sumisión el sufrimiento que el Señor les envía.

Los corazones de Jesús y María en Balasar

Sobre los inocentes Pastorcitos de Fátima, como dice el Ángel, el Cielo tuvo designios de misericordia al convertirlos en participantes del mensaje de Salvación.

Pero a Alejandrina le decía más: “ Eres un canal por donde han de pasar las gracias que Yo distribuyo a las almas y por el cual han de ir las almas hasta Mí”. (4-10-1934) Y explicaba:

“Estás en mis Sagrarios de todo el mundo, en ellos puedes servirme como víctima por los pecados del mundo en este tiempo en que el mundo se vuelve contra Mí y contra Mi Iglesia”. (8-11-1934)

Esto debía realizarse a través de una unión mística de Alejandrina a los sufrimientos redentores de Jesús y de su Madre bendita.

Balasar se convierte así en una revelación elocuente y extraordinaria del amor del Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado y Doloroso de María.

Este breve documento lo confirma:

“Hija mía, Yo te lleno, te conforto, te preparo para darme más, dame reparación, pide al mundo reparación para mi Divino Corazón y para el de mi Madre bendita, pide al mundo reparación para aplacar la Justicia divina”. (29-5-1950)

“Dame tu dolor, para sanar mi Divino Corazón y el de mi Madre bendita y permíteme quedarme por más tiempo en tu corazón con la espada y las espinas que hirieron su Corazón, son las blasfemias proferidas contra la Reina del Mundo”. (12-5-1950)

“Si no fuera por mi ignorancia, cuantas cosas podría decir, cuantas pruebas podría dar de ese grande amor que Jesús nos tiene, para nuestra vergüenza y si no fuera por mi ignorancia, cuanto podría decir del dolor tormentoso, lacerante que tiene el Corazón Divino de Jesús y con Él, el de la querida Madrecita!, el amor de Jesús es tan grande como Dios.

El mismo es todo Amor, pero el dolor es grande como la tierra y llega hasta Él, poder infinito, grandeza infinita, para transformarse en dolor infinito”. (7-7-1950)

“En esta unión de dolor, amor y agonía, Jesús expiró, me pareció que mi cuerpo había quedado sin alma, pasó un poco de tiempo en esta separación, después recibí de nuevo la vida y oí la voz de Jesús:

“Me compadecí de ti, compadécete de los Corazones dolorosos de Jesús y de María, ten dolor, es infinito tu dolor, repara por tantos crímenes e iniquidades... hija mía, tu vida es mía: es la vida de Cristo crucificado. Yo fui víctima, fui víctima de la humanidad con mi Madre bendita y tú continúas siéndolo con Ella y Conmigo, es la razón por la que sufres así.

En el diario del 1 de octubre de 1954, Alejandrina dejó escrito: “...vino Jesús y, en un impulso, su amor me fortaleció más y me habló así: “Ven, hija mía: estoy contigo, está contigo el Cielo con toda su fortaleza”.

En este momento, por la llaga de su Divino Corazón salió una claridad tan grande y unos rayos tan luminosos que irradiaban todo, poco después, de todas sus llagas divinas salían rayos que le venían a traspasar sus pies y manos, de su sacrosanta cabeza pasaba a la mía un sol que me traspasaba todo el cerebro.

Hablando de la primera claridad y de los rayos que le salían de su Divino Corazón, le dice Jesús: “Hija mía, a semejanza de Santa Margarita María, quiero que incendies en el mundo este amor tan apagado en los corazones de los hombres, incéndialo, Yo quiero dar mi Amor a los hombres, quiero ser amado por ellos, no me aceptan y no me aman. Por ti quiero que este amor sea incendiado en toda la humanidad, así como por ti fue consagrado el mundo a mi Madre bendita, haz, esposa querida, que se conozca en el mundo todo el amor de nuestros Corazones”.

“¿Cómo, Jesús? ¿Cómo? Cómo trabajar de esa forma, si no te han aceptado a Ti, ¿cómo los hombres lo van a recibir de mí?”

“Con tu dolor, hija mía, así van a quedar cogidos a las fibras de tu alma y después se va a dejar incendiar los corazones con mi amor, deja que los rayos de mis divinas llagas penetren en tus llagas escondidas, en tus llagas místicas.

Dos corazones: una sola llama de amor

La reforma litúrgica que se sigue en la celebración de la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, se unió a la memoria del Corazón Inmaculado de María: Corazón que acoge la Palabra de Dios y la desarrolla en grado sumo. Existe una afinidad sorprendente entre el Corazón de Jesús y el de María, el Corazón de Jesús es sacratísimo, porque habita la plenitud de la Divinidad, el Corazón de María es Inmaculado y Dolorosa y es el templo “digno” del Espíritu Santo. (oración colecta)

Hay una afinidad sorprendente también en los símbolos con que los dos Corazones se manifestaron: el primero en Paray-le-Monial (1673-75), el segundo en Fátima y en Pontevedra (1917-25), el tercero en Balasar (Corazón traspasado por espadas)

En Jesús: llamas, corona de espinas, Corazón abierto, las llamas indican el amor, la corona de espinas, el sufrimiento; el corazón abierto, la fuente de gracias; del lado abierto de Cristo, como de una fuente, nace la Iglesia. Igualmente en María: llamas, ramo circular de espinas, espadas, amor y dolor.

El Corazón de Jesús fue abierto por la lanza, el de María, por la espada del dolor. Dos Corazones estrechamente unidos en un único sacrificio de amor redentor y santificador.

Nuestra Señora de Fátima dice: “Los pecados que ofenden al Señor también hieren mi Corazón de Madre”.

Y Alejandrina lo confirmo místicamente durante 17 años, en su cuerpo y en su alma.

El Santo Rosario en Fátima

En las seis apariciones, Nuestra Señora recomendó a los tres Pastorcitos que rezaran todos los días el Rosario con devoción, como poco antes lo habían hecho, pero que lo rezaran para obtener la paz del mundo. (primera aparición, mayo 1917)

En la segunda aparición, se explicó así: “Quiero que vengan el día 13 del mes que viene, que recen el Rosario todos los días y que aprendan a leer, después les diré lo que quiero” (junio de 1917)

El 19 de agosto, en el lugar dos Valinhos, la Virgen ordena: “Quiero que continúen yendo a Cova de Iria el día 13 (no habían ido ese mes, por estar presos) y que sigan rezando el Rosario todos los días, en octubre, haré un milagro para que todos crean en mis apariciones, vendrá San José con el Niño Jesús para darle la paz al mundo, vendrá también Nuestro Señor para bendecir a la gente”.

El 13 de septiembre, la Santísima Virgen le dice a los Videntes que perseveren en el rezo del Rosario, par alcanzar el fin de la guerra, y renovó la promesa de la venida de San José y del Niño Jesús.

El 13 de octubre, la Visión finalmente declara quien era: “Quiero decirte que hagan aquí una capilla en mi honra, que soy la Señora del Rosario, que continúen rezando el Rosario todos los días, la guerra va a acabar y los militares volverán pronto a sus casas”.

Tomando después un aspecto triste, con voz suplicante, agregó: “No ofendan más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido”.

La Hermana Lucía comenta que “las palabras de Nuestra Señora, que más profundamente le quedaron impresas en su corazón, fueron en las que nuestra Madre del Cielo pedía que no se ofendiera más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido, que amorosa lamentación contienen y que tierna súplica, cómo desearía que todos los hombres, hijos de esta Madre Celeste, escucharan su voz”.

El Santo Rosario en Balasar

Alejandrina escribió en su diario el 1 de octubre de 1949: “ Vino la Madrecita, la cubría un manto blanco y dorado, me tomó en sus brazos, me acarició y enrolló en mis manos el Rosario que pendía de la suyas y me dio la cruz que lo remata, después de besarla: Hija mía, soy la Virgen del Rosario, estoy contenta contigo por que aconsejas rezar el Rosario en mi honra, continúa, es la devoción de la salvación, el mundo agoniza y muere en el pecado, quiero oración, quiero penitencia, hija mía, acoge en mi Rosario a los que amas y son tuyos, porque también los amo y Jesús los ama.

Acoge a los que se encomiendan a tus oraciones, enrolla al mundo en un molino como Yo te acogí, estréchalo en tu corazón, como Yo te abracé”.

La mañana del 13 de octubre, día de su muerte (¿será un sencillo acaso, este dato, para recordar la última aparición de Fátima a los tres Pastorcitos?) Alejandrina fue visitada por un grupo de personas amigas, entre las cuales se encontraba el hermano del Cardenal Cerejeira y les dijo estas palabras:

“Adiós, hasta el Cielo, ¡no pequen! El mundo no vale nada, esto lo dice todo. ¡Comulguen muchas veces! ¡Recen el Rosario todos los días!”.

Líbranos del fuego del infierno

En Fátima, en la tercera aparición, después de haberles mostrado el infierno, la Virgen enseñó a los tres niños: “Sacrifíquense por los pecadores y digan muchas veces, en especial al hacer algún sacrificio: Jesús, es por Tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de maría”.

La pequeña Jacinta escogió este compromiso: sacrificarse por los pecadores y fue vista muchas veces muy pensativa: “¿En qué piensas?” “¡En el infierno, el infierno! Que pena tengo por las almas que van para el infierno”.

Arrodillada, con las manos juntas, repetía docenas de veces la oración: “Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva a las almas al Cielo, principalmente a las más necesitadas”.

Muchas veces, entrando en sí misma, llamaba: “Lucía, Francisco, ¿vienen a rezar conmigo? Es necesario rezar mucho, para librar a las almas del infierno, ¡van tantas para allá, tantas!”

Cuando no quería comer por hacer sacrificios, Lucía le decía: “Jacinta, ven a comer”. “No, ofrezco este sacrificio por los pecadores, que comen demasiado”.

La visión del infierno la había aterrorizado de tal modo, que todas las penitencias y mortificaciones le parecían nada para obtener que ninguna alma fuera para allá. La Madre Maria da Purificacao Godinho, de Lisboa, Superiora del Orfanato donde fue recibida en 1920, poco antes de ser internada en el hospital donde murió, escribe en 1937 las palabras de la pequeña vidente: “Nuestra Señora ya no puede sostener el brazo de su amado Hijo sobre el mundo, es necesario hacer penitencia; si la gente se enmendara, todavía Nuestro Señor apoyaría al mundo, pero si no se enmienda, vendrá el castigo.

Pobrecita de Nuestra Señora, ¡yo tengo tanta pena por ella! Si supieran que es la eternidad, pobrecitos, no saben lo que les espera, ¡rece mucho por los Padres, rece muchos por los Religiosos! Madrina, ¡rece mucho por los Gobiernos! Los pecados que llevan a las almas al infierno son los pecados de la carne... han de venir unas modas que han de ofender mucho a Nuestro Señor, estas modas amargan el Corazón de Jesús y de Nuestra Señora. La Iglesia no tiene modas, Nuestro Señor es siempre el mismo...”

Los tormentos del infierno en Balasar

En Balasar, la reparación por la salvación eterna de los pobres pecadores tuvo por parte de Jesús exigencias únicas, como se lee en la vida de los mayores místicos.

El 20 de julio de 1945, Jesús le dice a Alejandrina: “Hija, mi amada hija,  vengo a pedirte una gran reparación, ¿aceptas?”  “Todo, todo, Jesús mío,. siempre herida y siempre amándote...”

”Desaparecen de los hogares el verdadero temor de Dios, si no hay buenos padres, no puede haber buenos hijos... qué horror esas playas, esos casinos, cines y casas de vicios. No ponen término a esto los que pueden hacerlos y no acuden los que deben de acudir, tú acude al mundo, dame la reparación que te pido, suaviza alegre el dolor de mi Corazón divino”.

Del diario del mes de agosto de 1945, recortamos:

“Que el Cielo sea conmigo, me siento como si estuviera condenada al infierno, mi alma siente los horrorosos suplicios; con los ojos del alma veo a esos demonios atormentadores y en todo el cuerpo me parece sentir el fuego negro y consumidor, en mis oídos se escuchan los aullidos de los demonios y toda la desesperación infernal, muchas veces quedo como si estuviera aterrorizada en medio de ese viaje, no sé que hacer ¡Dios mío, condenada al infierno! Espero su ayuda en su bondad infinita... cuando siento que estoy en esa desesperación eterna, siento sobre mí el peso de la justicia divina, ¡Querer ver a Dios y no poder! Es millones de veces más doloroso que todo el tormento del infierno”. (13-8-1945)

Pocos días después, le dicta a su hermana, para el diario:

“¡Qué sería de mí, si por un solo momento perdiera la fe y la confianza! Perder a Dios, nunca más ver a Dios, de vez en cuando sin pensar en eso, sin reflexionar, sale este grito de mi alma y continúo sintiéndome condenada al infierno; ayer, día de la Madrecita, fue muy doloroso este sufrimiento, me sentí en una cárcel infernal y apresada con cadenas de hierro, sin poder conformarme con la pérdida de Dios, sentía tal desesperación (pero no era yo la que estaba desesperada), que me obligaba a enojarme contra Dios, lo maldecía, a mi Ángel de la Guarda, padres y compañeros del pecado y a los caminos que me llevan a esto, me maldecía y maldecía al cielo y a la tierra, ¡Qué horror constante! Sabía que sólo era digna del infierno, pero no podía conformarme y menos conformarme con perder a Dios...

Finalmente vino Jesús: “No temas, hija mía, no estás condenada, tus sufrimientos son para evitar que se condenen las almas... ¡ten valor!” (16-8-1945)

El 5-5-1950 Alejandrina escribe:

“Jesús me habló. Hija mía, vengo a pedirte, lo que en mi nombre pidió mi Madre bendita en Fátima: penitencia, oración, enmienda de vida... Mi Divino Corazón pide amor; los crímenes del mundo, las iniquidades piden, exigen reparación... dame tu dolor... lo exigen los pecados de lujuria... las iniquidades de los esposos y aún de las almas piadosas y consagradas a Mí; exigen en las vanidades, ¿Para qué tanto desperdicio? Este desperdicio grita al Cielo, lo que se gasta en vanidades, quitaba el hambre a todos, cubría a los desnudos. Respáldame, hija mía, dile de mis quejas al mundo”.

El 5 de septiembre de 1953, Jesús le explicó a Alejandrina:

“Soporta esta tremenda eternidad, sólo es temporal, para que muchas almas, millares, millones de almas no tengan que soportarlo eternamente.

La historia de una inmolación
por la conversión de los pecadores

En ese año (1928), -escribe Alejandrina en su autobiografía- el Abad fue a Fátima y me preguntó lo que quería de allá, le pedí que me trajera una medalla, pero me regaló un Rosario, una medalla, el manual del peregrino y agua de Fátima. Me aconsejó hace una novena a Nuestra Señora y beber del agua, con el fin de aliviarme, pero no sólo hice una, hice muchas...

“Como no conseguí nada, murieron en mí los deseos de curar, sintiendo cada vez más ansias de amar al sufrimiento y sólo pensar en Jesús. Sin saber cómo, me ofrecí como víctima a Nuestro Señor, ya le venía pidiendo desde hacía mucho tiempo el amor al sufrimiento.

Nuestro Señor me concedió tanto esta gracia, que hoy no cambiaría el dolor por todo cuanto hay en el mundo... consolar a Jesús y la salvación de las almas era lo que más me preocupaba.

En septiembre de 1934, me pidió Jesús: “Dame tus manos, que las quiero clavar conmigo, dame tus pies, que los quiero clavar conmigo, dame tu cabeza, que la quiero coronar de espinas, como me hicieron a Mí. Dame tu corazón que lo quiero traspasar con la lanza, como me traspasaron a Mí. Conságrame todo tu cuerpo, ofrécete toda a Mí....”

Alejandrina respondió rápidamente que sí a la invitación de Jesús, un año después escribía: “Jesús, soy toda tuya, soy tu víctima, la víctima de la Eucaristía, víctima por los sacerdotes, por los pecadores, víctima por el mundo entero, víctima por la paz, víctima por la Consagración del Mundo a la Madrecita”.

Jesús le decía el 5 de diciembre de 1947: “Aprendan de ti las doncellas para que guarden para Mí el lirio cándido de su pureza, que aprendan de ti los viejos y los jóvenes, los ricos y los pobres, los sabios y los ignorantes: qué aprendan de ti a amarme en el sufrimiento a llevar su cruz”.

En 1948 citó en su diario: “Llevé mi vida hacia el sufrimiento y lo llevaré a mi Cielo para amar y pedirle a Jesús por ustedes, pecadores, conviértanse y amen a Jesús, amen a la Madrecita”.

Durante 17 años sufrió la Pasión de Jesús, que le decía el 5 de diciembre de 1947: No es solamente mi Alejandrina la que es crucificada, es Cristo en ella y  con ella”.

Junto al lecho de Alejandrina está una fotografía de Jacinta de Fátima, de quien era muy devota, y con ella se había inmolado por la conversión de los pecadores.

El 11 de agosto de 1953, Alejandrina escribe en su diario:

“Quiero grabar en las piedras de la calle, en los paseos, en las fuentes, en las plazas, en las playas, en los casinos, en el cine, en las casas de pecado, en todas partes, esto: ¡Pecadores, conviértanse! Vayan a Jesús, no fuimos creados para la tierra, pero sí para el Cielo, ¡No ofendan más a Nuestro Señor! Si supieran lo que es una ofensa hecha a su Divino Corazón. Viví para ustedes, sufrí por ustedes, morí por ustedes y por ustedes continúo mi Cielo, fueron por ustedes mis aspiraciones, no quiero dejar nunca de hablarles del amor que Jesús nos tiene y que es para Él, nuestra ingratitud cuando pecamos. Quisiera decirles muchas cosas para que caigan en el pecado, ¡amen al Señor! ¡teman al infierno!

Jacinta de Fátima le decía a Lucía: ¿Porqué Nuestra Señora no les enseña el infierno a toda la gente, para que ninguna se pierda?

Alejandrina escribió en su diario, el 5 de junio de 1953: “Amantísimo Señor, soy tu víctima, quiero que todas las almas se salven, las de mi familia, Jesús, las de mi tierra, las que me son queridas, las que me piden oraciones y las del mundo entero, Jesús. Si me quieres aquí, hasta el fin del mundo, presa, estoy lista, ya lo sabes, ya te lo había dicho... Ay, mi Jesús, si Tú les muestras una sola vez, el camino del infierno, verías que todos cambian su camino, ¡Ya no sé que más hacer, mi Jesús!”.

Escribía esto después de recibir cerca de 5000 visitantes y de haber hablado, grupo a grupo, durante nueve horas.

La cruz estaba dispuesta, faltaba la víctima

Esta inmolación de Alejandrina había sido prevista y preparada por el Señor, con las palabras que Jesús le dirigió el 5 de diciembre de 1947, durante mi dirección espiritual:

“Es mi víctima, a quien confié la más alta misión (la conversión de los pecadores) y como prueba de esto atiende bien lo que te digo, para que lo digas: “Hace casi un siglo mandé a esta privilegiada feligresía una cruz para señal de tu crucifixión, no la mandé de rosas, porque no las tenía, las mandé de espinas; no la mandé de oro, porque ese oro, como las piedras preciosas, son tus virtudes, y los adornas con tu heroísmo. La cruz fue de tierra, porque la misma tierra la preparó, estaba preparada la cruz, faltaba la víctima pero en los planes divinos había sido escogida: fuiste tú. El mal aumentó, la ola de los crímenes llegó a su máximo, tenía que ser inmolada la víctima, llegaste y fui al mundo a crucificarte, fue la maldad humana la que preparo tu crucifixión, ¡Cómo son grandes los designios de Dios! Son grandes y admirables en mi sabiduría infinita, ¡qué encantos tienen! ¿Podría asemejarte más a Mí? De esta cruz, de esta inmolación tengo dos provechos: el amor a la cruz, el amor a mi imagen crucificada y la gran reparación”.

Balasar, parroquia privilegiada

La referencia de Jesús a la cruz trazada sobre la tierra, le fue repetida a Alejandrina el 14 de enero de 1955, pocos meses antes de su muerte. El hecho me llevó a buscar elementos históricos relativos a una capilla en honra de la Cruz existente en la Parroquia y siempre cerrada. Finalmente, en los archivos de Braga pude encontrar una acta notarial del año de 1832, es una relación detallada y firmada por testigos, dirigida al Pro-vicario Episcopal de gobierno de la diócesis, entonces vacante.

Este es un extracto: “Comunico a usted un caso inexplicable, ocurrido en esta parroquia de Santa Eulalia de Balasar, el día de Corpus yendo la gente a Misa por el camino que pasa por el monte Calvario, divisaron una cruz en la tierra, esta cruz era de color más blanco, mientras parecía que había caído rocío en la demás tierra.

“Mandé barrer todo el sitio, pero comenzó a aparecer como antes la forma de cruz, después lanzaron agua en abundancia en todas partes, pero la parte en donde estaba en forma de cruz apareció de color más oscuro, que conserva hasta el presente, el tamaño es de 15 palmos de largo por 8 de ancho.

En los días turbios, se ve con claridad la forma de cruz a cualquier hora del día y en los días de sol se ve solamente hasta las 9 horas y de tarde, al declinar el sol. Divulgada la noticia de la aparición de esta cruz, comenzó a concurrir la gente a verla y venerarla, adornándola con flores y dándole limosnas”.

Con el dinero recogido, los habitantes, con el permiso de la Curia, erigieron una capilla para conservar y defender, de modo respetuoso aquella señal sagrada, un recuerdo que pronto quedó sepultado en el olvido, excepto el nombre “Calvario”, dado a la colina y al lugar donde transcurrió la vida de Alejandrina.

Llamado a una vida nueva, aquel lugar lanza un mensaje: “¡Del leño de la cruz, nuestra salvación!”.

Leíamos en su diario del 14-9-1949:

“En todo el viaje (del Calvario) nunca asentí la presencia de Jesús, sólo en el Calvario, ya clavada en la cruz y levantada en lo alto, sentí como si Jesús se revistiera de mi cuerpo y me comunicara sus llagas, espinas y lágrimas de sangre. Y la Madrecita, junto a la Cruz, unía sus lágrimas con las de Jesús, había en sus Santísimos Corazones el mismo dolor, las mismas ansias, las ansias de hacerme lugar, de resguardarme para siempre con ellos del mundo entero tan revuelto y cruel. ¡Cómo amaba Jesús, como amaba la Madrecita! ¡Qué amor infinito!”.

Leemos en el diario de Alejandrina, 10 de enero de 1952: ”Al final de la Pasión, Jesús habló a mi corazón: cuántos avisos, cuántos pedidos del mendigo divino y Jesús va inmolando a su víctima, Jesús la va crucificando continuamente, y el mundo, mundo cruel, continúa con sus desvaríos, continua en la opulencia, en la vanidad, en el libertinaje... Ay del mundo sin la Santa Misa, sin la Eucaristía, sin mis víctimas... hija mía, pide misericordia, pide la compasión de la Santísima Trinidad... El Señor está contigo, da dolor a tu corazón hasta reventarlo en añicos nuevos, como reventaron en el árbol de la cruz...”.

Fátima y Balasar en las palabras de Jesús

La relación de las celestes revelaciones entre las dos localidades tiene su confirmación explícita en un éxtasis de Alejandrina. En los dos últimos años de su vida sufrió en su cuerpo y en su espíritu una tremenda inmolación por los que no tienen Dios, que intentan tener el dominio del mundo y por las luchas internas de la Iglesia. Fue en ese período, antes que cesaran los éxtasis públicos, que Jesús le dice a Alejandrina: ¡Portugal ingrato, mundo cruel, que sería de ustedes sin la víctima de este Calvario! ¡Portugal, cuantas gracias has recibido de tu Dios! ¡Fátima, Fátima! ¡Calvario, Calvario (esto es, Balasar)! Este Calvario, son medios para ti de gran reparación”. (9-10-1953)

Refiriéndose a los comunistas ateos, Jesús le dice el 15 de octubre de 1954: “Hija mía, tu reparación es para los que no tienen fe, para los que no creen en Dios, por los incrédulos, tú repara la Majestad divina por todo y por todos... fuiste escogida para la misión más noble pero la más difícil, tu vida es semejante a la de la Santa Iglesia, siempre combatida y nunca vencida hasta el final de los siglos”.

En cuanto a la previsión clara de las luchas en el interior de la Iglesia, Jesús le dice a la víctima de Balasar:

“Ten valor, Yo hablo por tus labios, cualquier cosa desagradable que surge, no es nada en comparación del bien que se hace, es el demonio rabioso que quiere quemar la simiente divina, en vano lo intentará, hágase oración, hágase penitencia, que principie la Iglesia, la tienen que corregir y perfeccionar, las casas religiosas, monjes y monjas no viven la vida de sus Fundadores, que haya vigilancia en la Iglesia”. (10-9-1954) (1)

Muchas veces dice Jesús: “¡Sin la víctima de este Calvario, pobre Portugal! Y sobre esto me escribe el P. Fernando Leite, S.J.: “Las cosas en Portugal van muy mal, pobres de nosotros, si el Señor no nos socorre, no hemos puesto en práctica el Mensaje de Fátima y el de Alejandrina, no nos hemos volteado para el Inmaculado Corazón de María” (25-5-1975)

Fátima y la Devoción al Corazón de María

El 17 de diciembre de 1927, Jesús, con voz clara, le dice a la Hermana Lucía: “Hija mía, escribe lo que te piden (a su director), y todo lo que te reveló la Santísima Virgen (julio de 1917, en Fátima) en la aparición en que te habló de esta devoción, (al Inmaculado Corazón de María), escríbelo también, en cuanto al resto del secreto, continúa en silencio.

La vidente de Fátima, diez años antes, le había dicho a la Blanca Señora: “Quiero pedirle que nos lleve al Cielo”. “Sí, a Jacinta y a Francisco los llevo pronto, pero tú quedas más tiempo, Jesús se quiere servir de ti para hacerme conocer y amar. Quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón, a quien la siga, le prometo la salvación y estas almas serán queridas de Dios, como flores puestas por Mí para adornar su trono.”

En las primeras publicaciones sobre los acontecimientos de Fátima, no se habló nunca de las manifestaciones del Corazón de María a los Pastorcitos, porque estaba unido al secreto recomendado por Nuestra Señora, Lucía por eso no habló de esto, por miedo a violarlo.

En 1926 y en el inicio de 1927, Lucía recibió la orden de manifestar la relevación sobre la devoción al Corazón de María (1925), y se encontró en serios problemas “porque temía revelar parte del secreto”.

En sus escritos sobre el Corazón de María sólo dice “que deberá un día promover su devoción”.

Uno de sus primeros directores escribe: “En 1927, la Hermana Lucía me habló de la devoción de los cinco primeros sábados en cinco meses consecutivos, le pregunté si había hablado de esto con alguien y me respondió que sí y que había puesto todo por escrito (por orden del confesor anterior) pero después habló con la Madre Superiora, sin decirle que contenía el escrito le pidió permiso para quemarlo y así lo hizo.

Entonces le mandé que escribiera todo de nuevo y me lo entregara, por humildad mostró repugnancia de escribir en primera persona, a esto le respondí que escribiera en tercera persona; es la historia auténtica y la razón por la cual ese documento está escrito en tercera persona” (P. Aparicio, Jesuita, 10-1-1938)

Por eso es cierto que hasta finales de este año, cuando se hablaba de Fátima, no se hablaba del Inmaculado Corazón de María, pero habló públicamente de esto el Obispo en septiembre de 1939.

Como confirmación, transcribimos parte de una carta de la Hermana Lucía, escrita en Tuy el 31-8-1941: Me escribió el señor Obispo, anunciándome el interrogatorio del Dr. Galamba y me mandó recordar todo lo que tenía en relación con Jacinta, para una nueva edición que querían imprimir; esta orden me cayó en el fondo de mi alma como un rayo de luz, pensando que era llegado el momento de revelar las dos primeras partes del secreto y aumentar la nueva edición con dos capítulos: uno sobre el infierno y otro sobre el Inmaculado Corazón de María, pero la repugnancia a manifestarlo me hizo dudar, los escritos están realizados, pero dudo de entregarlos, antes los tiro al fuego, no sé lo que haré ni que es lo mejor.

No dudo que la revelación del infierno y de las misericordias del Corazón Inmaculado de María le harán un gran bien a las almas, así como la virtud que llevó a practicarlo a Jacinta, pero, ¿podré esta vez, callar y poner cosas de menor importancia?

continua...