ALEJANDRINA Y LA JUVENTUD

Octubre 2006

 

«¡ALEJANDRINA, QUIERO APRENDER CONTIGO!» (5)

Confianza, entrega

Dios es amor, y Dios para nosotros es padre. Un padre que ama.

No sólo es eso, también es omnipotente. Todo puede y todo hace para nuestro bien.

El verdadero cristiano, como hijo, debe hacer todo para retribuir ese amor.

Debería entonces conseguir, en todas las situaciones, entregarse al amor del Padre y estar "tranquilo y sereno como un bebé en brazos de su madre"(Sl 130).

¡Sin duda, en muchos casos es difícil comprender este estado del espíritu! Es necesario pedir ayuda para intensificar nuestro amor y nuestra oración. Y esa ayuda, a su tiempo, no faltará. Los tiempos de Dios no son como los nuestros. Muchas largas demoras son queridas por el Sumo Bien para nuestra santificación y para otros bienes que no conocemos.

Solamente confío en mi Jesús, al verme así tan débil y pequeñita, me ayuda y se inclina hacia mí.

Jesús, quiero ser siempre pequeñita, para estar siempre en su regazo, para estar en Tus brazos divinos: así no temo ninguna caída.

Contigo puedo llevar mi cruz. C (07-09-39)

Me diste la gracia de conocer el abismo de mi miseria y al mismo tiempo veo que mayor, infinitamente mayor es el abismo de tu amor, de tu misericordia y compasión.

Confío ciegamente en Ti y en Ti todo lo espero. S (27-03-42)

Me entregué, me abandoné (...) Jesús y la Madrecita celeste se encargan de mí, aun sin que yo me dé cuenta.

¡Creo, creo, Dios mío! Creo. . S (06-10-50)

En esta obstinada afirmación, siempre repetida, siente la lucha contra sus dudas.

Es una lucha que debemos enfrentar con la ayuda de la oración.

Pero yo confío, Dios mío, confío, contra todo, contra toda la muerte de mis esperanzas.

Espero en ti, Señor y no seré confundida S (29-08-47)

Me afirmo en Jesús, me abrazo al Crucifijo y procuro vivir la vida de cada momento sin pensar en lo que vendrá, para que no haya dentro de mí ninguna preocupación: sufrir, querer confiar y amar, hacer en todo la voluntad del Señor S (17-09-48)

Esta es la actitud propia del alma víctima. No todos somos llamados a una cumbre tan alta, pero todos debemos miras en esa dirección.

¡Es una lucha continua contra las dudas!

Alejandrina, al llegar a 1953, todavía debe pedir ayuda, aunque después reafirma su confianza:

¡Váleme, Señor, váleme!

Que mi confianza llegue hasta ti.

Veo todo lo que está contra mí, que sea total mi abandono, vea deshacerse la tierra y hasta el mismo firmamento, pero que no deje de confiar en ti. S (27-11-53)

Todo lo puedo en aquél que me consuela, todo puedo con Jesús y con la Madrecita. S (01-04-55)

Recordemos la afirmación de San Pablo:

“Todo lo puedo en aquel que me da fuerza” (Fil 4,13)