Febrero 2007

 

 «¡ALEJANDRINA, QUIERO APRENDER CONTIGO!»
(10)

 

Invocaciones a María

 

Las invocaciones que Alejandrina le eleva a Nuestra Señora están presentes en casi todas sus oraciones de súplica: la siente una ayuda, la siente como mediadora.

Como ayuda en amar:

¡Oh Madre de Jesús, dame tu amor para con él amar a tuyo y mío Señor! S (15-12-44)

Ayuda para participar en la Santa Misa:

(...) en el momento de la Sagrada Comunión le pedí que yo comulgara como ella comulgaría si fuese a recibir a Jesús. S (13-07-51)

Ayuda con el ejemplo:

Madre de Jesús, con tu camino

Dame consuelo para llevar la cruz,

Entre tinieblas, entre tanta oscuridad. S (15-12-44)

 

Cuando sufro por la muerte que siento dentro de mí, digo: "La Madrecita es mi vida".

Cuando no tengo luz ni fuerza para sufrir, repito: "La Madrecita es luz, la Madrecita es fuerza".

Cuando siento que toda mi vida es un engaño y que me miento a mí misma, murmuro: "Yo no importo, la Madrecita no se engaña, Ella es la verdad"

Y voy repitiendo lo mismo en todas las cosas: quiero lo que la Madrecita quiere, voy por donde ella va. S (15-09-50)

Como mediadora:

Mis pobres oraciones no llegan al Cielo.

Quiero hacerlas ricas y valiosas, pero no puedo.

Le pido a la querida Madrecita que ella le hable a Jesús y le ofrezca todo, le diga todo y pida por mí. C (07-11-40)

 

Le voy a pedir mucho a Ella que nos alcance de Jesús un amor santo y puro, un amor sin límites que nos haga llevar la cruz, las tribulaciones y las angustias que Jesús nos envíe. Pero llevarlas con alegría y amor, con confianza ciega, que en todo hagamos su santísima voluntad. C (06-12-39)

 

Querida Madrecita, ve si encuentras en mi nada algunas migajitas (de sufrimiento) que sirvan para transformarlas en flores, para que las ofrezcas por mí a mi Jesús. C (01-06-39)

 

Madrecita, Madrecita, pídele a tu Jesús que le luz a tu hijita, pide consuelo para mi alma. C (23-06-41)

Madrecita querida, ven a la tierra y toma a tu hijita en tus santísimos brazos: quiero darte mi corazón, sólo tú lo puedes llenar con tu amor y así poder amar a Jesús.

Incéndiame con unos rayos tan fuertes de amor que yo pueda con ellos incendiar el mundo.

¡Jesús no es amado! Con mi dolor y vuestro amor, he de hacer que Él sea amado. Estoy segura de que así también yo lo he de amar.

Madrecita, Madrecita, como ha de ser bello ver a todos los corazones ardiendo por Jesús en un solo rayo de amor. C (15-01-40)

¡Madrecita, querida Madrecita, enséñame a amar a Jesús! Yo lo amor con tu amor y te amo con el suyo. S (07-05-49)

 

Intercesión

 

El cristiano participa en los sufrimientos del hermano, sufre por los peligros en que se encuentra y pide por ellos:

 

Te pido por todos los afligidos que se han aproximado a mí.

Te pido por todos los que me recomiendan o me quieren recomendar.

Te pido por el mundo entero, fieles e infieles, como nuestro Salazar y nuestros gobernantes.

Y ahora, Jesús mío, te pido por las almas del Purgatorio. S (14-04-50)

 

También en los momentos más fuertes de su vida mística (acaba de recibir la Eucaristía de manos de su Ángel de la Guarda) no se encierra en sí misma:

 

(...) mi sumo Bien, estoy muy caliente, ardiendo, más fuerte y con más luz. ¡Bendito sea vuestro amor y vuestra misericordia!.

Te estrecho en mi corazón y te pido, mi buen Jesús, que estreches dentro de ti a quienes amo, a todos los que me rodean y me pertenecen, todos son hijos vuestros. Jesús, estrecha a la humanidad entera, perdónala, perdónala siempre. S (11-04-52)

 

La principal preocupación de Alejandrina es por los peligros de carácter espiritual. Su misión es la salvación de las almas e inflamar los corazones en el amor a la Eucaristía. Así invoca por su familia:

 

Te pido por todos los que me son más queridos y por toda mi familia: los que andan en el camino equivocado, conviértelos, y los que están en gracia, dales más fervor e incéndialos con tu amor. S (14-04-50)

 

Alejandrina reza y ofrece sus sufrimientos por un mendigo que toca a su puerta. Cuando muere ahogado en un río, angustiada le pregunta a Jesús:

 

— Jesús mío, ¿se salvó el alma de aquel hombre que cayó al río?

— Sí, hija mía, fue a las once y media de la noche que compareció en mi divina presencia. Como fue bello y encantador cuando estuvo delante de mí, aún antes de pedirle cuentas.

 

— Perdónale, perdónale, mi Jesús! Tú eres mi Señor.

— Le perdoné y está a salvo.

 

Había pedido también por otro. Pregunta:

— ¿Y también el otro, Jesús mío?

Sí, hija mía y muchos más son salvados por ti, por tus sufrimientos. Reza mucho por ellos. Yo estoy lleno de compasión... S (26-04-46)

 

En segundo lugar reza por los enfermos. La oración la enriquece con sacrificios y aumento de sufrimientos.

Naturalmente, no siempre es oída y alguno muere. Veamos dos ejemplos de curación.

Por una grave dolencia de la esposa del médico y amigo Azevedo, Alejandrina se empeña totalmente:

Pide que se enciendan las lámparas y las velas y que todos se arrodillen.

Ofrece a Nuestro Señor su cuerpo y su alma como víctima por la enferma y pone en movimiento a todo el Cielo.

 

Y pide:

Jesús, déjala, déjala para que acabe de cuidar a sus hijitos, prueba ahora el amor que me tienes. S (24-12-48)

 

Se curó, murió hasta el 21 de febrero de 1986.

 

A finales de 1949 enferma gravemente la madre de Alejandrina. Podemos imaginar la angustia y el miedo que tiene de que muera. Además de esto, Alejandrina tiene el escrúpulo de no vivir "bien" este trágico momento:

 

Jesús, yo no sufro con perfección, ¿no es verdad? ¿Estás triste porque lloro?

 

Jesus responde:

 ¡No, hija mía, no! También yo lloré y mi bendita Madre lloró. Todo esto lo conozco.

Después aumenta:

— Dime una cosa. ¿Si yo te pidiese a tu madrecita, me la dabas de buena voluntad?

Doy, doy, mi Jesús; pero no te la doy sin lágrimas, no puedo, eso no te lo prometo.

 

(...) Oh Jesús, si no es contra la salvación de su alma, déjala un tiempo más junto a mí. Sobrecárgame más a mí y alíviala.

Y si no es esto para bien de su alma, prefiero perder todo, pero que su almita se salve. Pero, lo que yo quiero, mi Jesús, es que la lleves directita al Cielo, eso no lo dispenso. *

- Pide, pide hija mía, nada te será negado, a no ser que sea de prejuicio para las almas.

Te prometo que cuando llame a tu madre, la llevaré directa al Cielo, todo para mi gloria. S (02-12-49)

Muere después de Alejandrina, el 24 de enero de 1961.


(*) Que no parezca muy osada esta pretensión. Se recuerda que Santa Catalina de Sena, por la muerte de su padre, le hace el mismo pedido a Jesús y después de un poco de insistencia, obtiene la gracia. Véase: Raimondo da Capua, Santa Caterina de Siena. Ed. Cantagalli, Siena,  1952, pp.279-280. 

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