ALEXANDRINA Y LA JUVENTUD

Febrero 2006

 

 

 

De Santa Margarita María Alacoque a la Beata Alejandrina

El Padre Mariano Pinho, que comienza a dirigir a la Beata Alejandrina en agosto de 1933, llega a Póvoa de Varzim en 1929 –venía de Paray le Monial. En ese año de 1929, se adquiere la imagen de Santa Margarita María para ponerla en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús.

Desde el inicio de esta basílica se contó con la asistencia de los Jesuitas. Al regresar del exilio republicano, se establecieron en la villa. Cuando llega el Padre Pinho, para tomar la dirección del Mensajero del Corazón de Jesús, los religiosos se encontraban allí desde hacía cuatro años.

El mensaje de Santa Margarita María adquirió gran actualidad con la (entonces) reciente publicación de la encíclica Miserentissimus Redemptor («El Misericordiosísimo Redentor»). Esta encíclica, que explica el fundamento teológico y el sentido de la expiación reparadora, data de 1928. El P. Mariano Pinho cita el siguiente párrafo en la tapa de su biografía sobre Alejandrina En el Calvario de Balasar:

Mientras crece sin cesar la malicia de los hombres, el soplo del Espíritu Santo multiplica maravillosamente el número de los fieles, de uno u otro sexo, que generosamente tratan de reparar tantas injurias hechas al Divino Corazón y no vacilan en ofrecerse a sí mismas como víctimas.

En 1929 y en los años siguientes, el Mensajero habló repetidamente de Santa Margarita María y de su director, en ese tiempo «Venerable» Colombière. Inclusive, había un arreglo artístico que se repetía al abrir esos artículos, donde se leía esta divisa: «Sufrir, callar, reparar». Lema muy cercano al que la Beata de Balasar ha de adoptar, desde 1933: «Sufrir, amar y reparar». La Beata está, desde entonces, con bastante claridad, en la órbita de Santa Margarita.

Pero es el 30 de julio de 1935 cuando surge explícitamente en una carta al Padre Pinho, el nombre de Santa Margarita María Alacoque. Entonces Jesús habló así:

Dile a tu Padre espiritual que, en prueba del amor que le dedicas a mi Madre Santísima, quiero que un acto de consagración al mundo entero sea hecho todos los años, en uno de los días de sus fiestas y escogido por ti — la Asunción, Purificación o la Anunciación — pidiendo a esta Virgen sin mancha que avergüence y confunda a los impuros, para que ellos retrocedan el camino y no Me ofendan.

Así como le pedí a Santa Margarita María, que el mundo fuera consagrado a mi Divino Corazón, así te pido que sea consagrado a Ella con una fiesta solemne.

Santa Margarita María Alacoque surgirá de nuevo en un coloquio, el 1 de octubre de 1954, el texto evidencia el paralelismo entre la Beata Alejandrina y la santa francesa:

...vino Jesús, y en un impulso, su amor me fortaleció más y me habló así:

«Ven, hija mía: Yo estoy contigo. Está contigo el Cielo con toda su fortaleza».

En este momento, por la llaga de su Divino Corazón, salió una claridad tan grande y unos rayos tan luminosos que todo irradiaban.

Poco después, de todas sus llagas divinas salían rayos que venían a traspasarme los pies y las manos, de su sacrosanta cabeza pasaba hacia la mía un "sol" que me traspasaba todo el cerebro.

Hablando de la primera claridad y de los rayos que salían de su Divino Corazón, Jesús le dice claramente:

«Hija mía, a semejanza de Santa Margarita María, quiero que incendies en el mundo este amor tan apagado ahora en los corazones de los hombres. ¡Incéndialos, incéndialos!

Quiero dar, quiero dar mi Amor a los hombres!

Quiero ser amado por ellos, pero ellos no me aceptan y no me aman.

Quiero que por ti, este amor incendie a toda la humanidad, así como fue por ti que fue consagrado el mundo a mi Madre Bendita.

Querida esposa, haz que se desparrame en el mundo todo el amor de nuestros Corazones!»

«¿Cómo, Jesús? Cómo trabajar de esa forma?! Si ellos no lo aceptan de Vos, ¿cómo van a recibirlo de mí?»

«Con tu dolor, con tu dolor, hija mía, sólo así las almas quedan agarradas a las fibras de tu alma y después se dejan incendiar sus corazones con mi amor.

Deja que estos rayos de mis Llagas divinas vayan a penetrar en tus llagas escondidas, en tus llagas místicas».

Francis Johnston, en la última página de su libro, Alexandrina, the Agony and Glory, habla de un encuentro que tuvo en Balasar con el P. Humberto. Le preguntó si creía que la Beata Alejandrina podría algún día ser considerada una segunda S. Margarita María Alacoque. El P Humberto le respondió con el más decidido sí: «he gave a most emphatic yes».