ESCRITOS DE LA BEATA ALEJANDRINA

— 21 —

SENTIMIENTOS DEL ALMA – 1943

3 de Abril – Primer sábado

— Hija mía, levanta tus ojos al Cielo, ten valor, Jesús te amparará. El fin se aproxima. El combate será reñido.

Hija mía, hija mía, si fueses amada por todo el mundo no te parecerías a Jesús. Te quedan algunos amigos, firmes y fuertes, a semejanza de tu esposo Jesús.

¡Amada, alégrate! ¡Qué gran dicha que te parezcas a Mí!

Hijita, hijita, alégrate: ¡cuántos y cuantos, después de tu muerte, desearían hablarte, pedirte perdón por haberte perseguido y combatido!

Hijita, dile a tu Padrecito que todavía en la tierra muchos le han de pedir perdón. Que su humildad será ensalzada. Dile que todo este sufrimiento le ha purificado su corazón y su alma, que está más pura que el oro. Dile que tenía que pasar por todos estas humillaciones para que la causa de Jesús brille así como Yo quiero. Dile que lo amo apasionadamente y que lo tengo cubierto con mi divino Amor. Mi amada querida, dile a tu Padrecito que su lugar en el Cielo está reservado al lado de la Santísima Trinidad. Dile que toda esta lucha en la tierra está por terminar. Hija mía, ¿confías, confías?

— Oh mi Jesús, ¿cómo no he-de confiar e Vos? Vos no engañáis! ¿Quién confió en Vos y quedó confundido? Sé nuestra fuerza, Jesús, y termina entonces tanto sufrimiento.

— Inclínate, inclínate, Madre bendita, besa y abraza a tu hijita, mi esposa y mi crucificada.

— Madrecita, vela por mí, vela por mi Padrecito, vela por los que me son queridos. Entre Jesús y la Madrecita estoy bien, no corro peligro.

— Hijita, dile a tu médico, afírmale que va a quedar en el Cielo al lado de su esposa, rodeado de todos sus hijos, así como de un coro de ángeles; es el premio de la fidelidad a mi gracia.

— ¡Jesús, Madrecita, no se separen más de mí!

— No temas, no estás sola. Tiempo vendrá en que todo el mundo deseará ponerse al abrigo de tu gracia, de tu pureza, de tu amor a Jesús.

— Jesús, estoy humillada, me siento avergonzada junto a tus divinos pies. Pero, venga todo lo que Tú quieres y sea todo como Tú dices.

— Amada de Jesús, amada de María, amada de la Santísima Trinidad, amada de toda la Corte celeste.

— Jesús, soy un trapo inmundo donde todos se limpian los pies, ¿Cómo puedes decir de mí tantas cosas tan linda? Muy agradecida, mi Amor.

24 de Abril

Después de recibir a Nuestro Señor Sacramentado y de hacerle muchas peticiones, le dice: Mi Jesús, ¿das paz, das paz?

— Sí, hija mía, sí. Doy la paz, no porque el mundo se la merezca, sino porque me lo pides, mi loquita, mi amada. ¡Confía, confía!

1º de Mayo – Primer sábado

— Hija mía, hija mía, ¡Qué belleza es un alma en gracia! ¡Qué belleza, qué encantos los de una esposa de Jesús!  Jesús se enamoró de su Alejandrina, la preparó para ser su riquísimo tabernáculo en la tierra. Alégrate, mi loquita, alégrate con tu Jesús.

Diga el mundo lo que diga, haga lo que haga, Jesús es tuyo, todo tuyo, y tú eres de él, toda de él. La ceguera de los discípulos de Jesús y de los que se dicen sus amigos, Me disgustan más que los crímenes de los pecadores. Jesús inmola a sus víctimas para salvarlos. Y aquellos que debían poseer siempre la luz divina, no la quieren, no van en su búsqueda, intentan echar por tierra las causas más sublimes de Jesús, aquello que Él preparó como lo más rico en la tierra, de mayor gloria para Sí y provecho para las almas.

Valor, valor, hijita, quien tiene a Jesús no teme. Quién lo posee, posee toda la fuerza.

Mi amada, valor, valor: son los últimos combates: después de ellos viene el Cielo.

Hijita, dile a tu Padrecito que aunque Jesús no debiese consentir nuevos exámenes, los consiente, siento aquí en el lugar donde te colocó. Son pruebas duras para ti y para él, pero es también la mayor prueba de amor que Jesús tiene para su loquita y para su director, escogido por Él. Dile que los amo y estoy con ustedes.

Hijita, dile a tu médico que fue el preferido para desempeñar tan noble misión, que quiero que la desempeñe fuertemente, mostrándose ante los médicos y ante el mundo como soldado fuerte que nada teme. Qué sea el guerrero de la causa de Jesús. Quiero que vaya para enfrente, que vengan los médicos junto a ti, pero que vengan con toda la prudencia

— Oh mi Jesús, ¿No me faltarás con tu gracia y fuerza divina?

— No, no, hijita querida, cuenta con tu Jesús y tu querida Madrecita, que no te faltan con la gracia y la fuerza del Cielo.

Gracias, Jesús mío, confío en ti, yo sólo soy miseria.  Quiero olvidarme de lo que soy para confiar solamente en Ti.

13 de Mayo

Jesús, dame fuerzas para desahogarme contigo. Es la hijita que viene a su Padre a pedir auxilio para la lucha de la vida.

Si las espinas me hieren y la empinada montaña de mi calvario me llevan al mayor de los desalientos, dejándome por tierra en la noche más oscura y en los sufrimientos más agudos y profundos, pero por otro lado, la voz dulce y suave que repetidas veces me hace escuchar, (“¡Valor, hija mía, que es por mí, anímate, que es Jesús!”) me obliga a levantarme y a caminar con cansancio. Me llama Jesús, quiere a sus almas. ¿Y por dónde camino? Pobrecita que soy, que cieguecita estoy que nada veo.

Después de levantarme, no tengo luz en el camino, no oigo vuestra divina voz que me llama. ¡Dios mío, si me faltas, no tengo nada! Ten compasión de mí, ve que los hombres llevarán lejos de mí a aquel que me guiaba por el camino directo y seguro hasta tu divino Corazón. ¡Cuántos me odian y me desprecian! ¡Cuántos me calumnian!

Al interrogarme diciendo: ¿Qué mal les hice? me viene el pensamiento: ¿Qué mal nos hizo Jesús, a no ser amarnos y morir por nosotros? Y luego me siento obligada a perdonarles y repetir muchas veces: Perdónales, Jesús mío, permite que se convierta que se abrasen con vuestro divino Amor.

Pero, sólo Vos, mi amor, sabéis de mi dolor y de mi amargura. ¡Me siento tan sola! Golpeó en mí un incendio que todo lo quemó y destruyó. Todo lo perdí. Si al menos Tú, mi Jesús, bajaras del Cielo a la tierra viniendo a mi cuartito para el Santo Sacrificio de la Misa....

  ¡Qué nostalgia, que pena: todo me robaron! Jesús, cógete de este pequeñito soplo de vida que ya no es como un agonizante que de momento a momento siempre puede respirar. Mira, mi Jesús, es pero aún. La misma respiración es más lenta, me parece tardar días y días, y así voy perdiendo la vida. Estoy como una luz que se apaga para nunca más encenderse.  Mis ojos me parece que van a perder la luz de la tierra; ya no puedo vivir la vida humana. Pero, con todo esto, confío en Ti. Deja que mi confianza vaya tan lejos como pueda ir: deja que aumente en la medida de lo posible.

Fue en vuestros santísimos brazos que me entregué y en vuestro santísimo Corazón que fue mi morada. ¡Vivir y morir contigo, como es dulce, mi Jesús!

La tempestad no amaina, oigo el rugir de los vientos furiosos y destruidores. Oigo el eco del trueno que todo hace temblar.

Déjame, mi Jesús, o antes, permite que quede para siempre mi mirada en vuestra divina mirada para que nunca más te retires, para ver todo el martirio como viniendo de Ti. nada temo, contigo soy fuerte. Temer sólo el pecado es tener siempre delante de mí a mi miseria. ¿Qué soy yo sin Jesús? ¿Cómo he correspondido al amor sin igual con que he sido amada? ¡Pobre de mí! ¿Cómo osé ofenderos?

27 de Mayo

— Hija mía, mi hijita, no temas, no temas, que nada tienes que temer. Tienes en ti la fuerza del Cielo y de la tierra. La Carne y la Sangre de Jesús son tu alimento. Grava en tu corazón mi divina Imagen y en los momentos de aflicción mírala y contémplame crucificado. ¡Ten valor! Es la onda de crímenes que arrastra al mundo. Compadécete de mi dolor. Desagráviame, hija mía, repara por los pecadores. ¡Ten valor! Mi divina voluntad ha de cumplirse. ¡Hija mía, hija mía, mi amor!

Abrázame, acaríciame, bésame, y al mismo tiempo que recibía los besos de Jesús sentía que me entraba la fuerza en mi corazón. ¡Cómo es bueno Jesús! ¿Cómo es Él y sólo Él la fuerza de los débiles!